-Good job.-me dijo sonriendo.
Me quedé parada mirando todos aquellos rasgos que ya conocía. Mis manos inconscientemente se movieron hasta mi cuello de donde pendía la púa gemela a aquella que tenía delante.
-¿Por qué?-dije-¿Por qué no me lo dijiste?
-¿El qué?-me respondió Yugyeom.
-No te hagas el tonto. Sabías perfectamente quien era desde el principio. ¿Por qué me has hecho buscar como una tonta?
-No, Natt, por favor escéchame.
-No, no quiero escuchar nada de lo que digas. Ahora no.
Di media vuelta y empecé a andar dirección cualquier sitio que no fuese ese.
-Natt, espera.-dijo Yugyeom cogiendome del brazo y obligando a que me girase.
Me zafé de su agarre con un movimiento brusco y huí de allí. No quería verle. No quería saber nada. No en ese momento. Mis pies se movían solos llevándome por calles que no conocía. Algunas estaban llenas de gente y otras vacías, pero me daba igual. Terminé en un parque, sentada en un banco. Me saqué la pua de debajo de la camiseta y empecé a mirarla y a pasarla entre mis dedos.
Llevaba pensando en ese chico desde que llegué, le había buscado y todo para que fuese alguien con el que compartía amistad. ¿De verdad el sabía quién era yo desde el principio? No quería pensar que hubiese estado jugando conmigo, pero existía esa oportunidad. También era cierto que nadie sabía que le había estado buscando.
Estaba sobrepasada, con todo lo de las llamadas, la grabación y ahora esto... Estaba al borde del colapso. Puse la cabeza entre mis manos y la dejé caer. No se cuanto rato estuve en aquel parque ni en qué momento empecé a tener frío, pero tenía las manos congeladas y estaba empezando a tiritar. Decidí que era hora de volver a casa. El paseo de vuelta se me hizo corto. Mientras caminaba miraba las notificaciones y vi que tenía seis llamadas perdidas de Bambam y diez de Yugyeom. No les devolví ninguna. Quería estar sola. Cuando llegué a casa ya era de noche. Pensaba que ya estarían dormidos pero vi que había una luz encendida. En el salón me esperaba Bambam.
-¿Dónde estabas?
-Estaba dando una vuelta. Necesitaba estar sola.
-Natt...
-Lo se. Se que no te gusta que ande sola. Pero estoy bien.
-Natt, Yugyeom me lo ha contado.
-No quiero hablar de ello.
-Pero...
-¡Que no quiero hablar!
Bambam se quedó callado.
-Yo...Bambam, lo siento... Yo...-mis ojos empezaron a ponerse vidriosos y odiaba que me vieran llorar. Me fui corriendo a mi habitación cogí mi mochila y salí corriendo.
-¡Natt!
No hice caso a los gritos de mi mejor amigo y cerré la puerta de la calle. Seguí corriendo hacia el estudio. Cuando abrí la puerta y entré me dejé caer al suelo. Las lágrimas intentaban salir pero yo las retenía, no quería llorar. Me levanté y entré en la sala de baile, me cambié de ropa y puse la música a tope. Empecé a moverme sin parar, dando fuertes pasos acompasándolos con delicados, canalizando todo lo que sentía en mis pasos. Una vez perdí el equilibrio y me caí al suelo. Mis palmas me amortiguaron. Las levanté y vi las cicatrices. Las heridas se habían curado pero esas finas lineas blancas que quedaban eran un recordatorio. Apreté los puños y me volví a poner de pie.
Repetí la coreografía incontables veces. El sudor recorría mi cuerpo y el cansancio empezaba a hacer mella en mi pero no paré.
-¿Natt?
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Begins. Yugyeom
RomanceEmpiezo de cero. Nueva ciudad, nuevo país, nueva vida. Eso pensaba Natt, pero no la iba a ser tan fácil. Lo que se tornaba posible resultará ser más complejo de lo que pensaba. ¿Quién es el chico misterioso del avión? ¿Quién la está siguiendo? ¿Qu...