No es una mala casa, lo admito, no como mal ni nada, pero odio estar enserrada.
Bucky sale de ves en cuando a comprar comida o alguna otra cosa que necesite la casa.
Pero nunca me deja salir a mi.
He seguido los pasos de lo que hace, desde dentro de la casa, pero lo he hecho.
Sale a las 2:15 exactas, cuando en sol está más fuerte que en cualquier otro momento.
Tarda dos horas, muy exactas.
Llega a casa a las 4:15 en punto, ni un minuto más, ni uno menos.
Llega, me saluda como si fuera su roomie y cocinamos.
Barnes es alguien que no gasta el tiempo.
Hoy ha salido, la comida es poca, así que se vio en la necesidad de ir al pueblo.
Pasados quince minutos de que lo vi salir por la puerta principal, tomo las llaves que siempre olvida y corro a la puerta.
El aire me golpea la cara en el momento en que la abro, sonrió de forma inconsciente.
Cierro la puerta sin hacer ruido, bajo los escalones con el mismo silencio y una vez en el último, giro para ver la casa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Había olvidado como era por fuera.
Vuelvo la vista al frente y sonrió más grande.
Comienzo a correr, como sí mi vida dependiera de ello.
Suelto algunas risas repentinas, brinco algunos arbustos ¡Dios! Esto se siente increíble.
Me paro en seco al ver un riachuelo corriendo frente a mi, brinco las piedras y cruzo al otro lado, me agachó y tomo agua con mis manos, para mí, sabe a gloria, vuelvo a sonreír, tomo otro poco y lo dejó caer sobre mi cabello, mojando un poco lo blusa.
Me levanto una vez más y vuelvo a correr.
Fueron dos meses, lo sé, pero para mí fue una eternidad.
Tropiezo con la rama de un tronco y caigo al suelo, vuelvo a reír mientras acarició el pasto con mis manos, por alguna razón, un Bucky sin playera atraviesa mis pensamientos.
Maldigo y me vuelvo a levantar.
No sé cuánto tiempo llevo corriendo, pero me sorprende no haber visto ni rastro de civilización aún.
No sé cómo Bucky puede ir y venir en solo dos horas.
Dios mío...¡Bucky!
Miró el reloj de mi muñeca, marca las 3:45, ¡Maldita sea!
