BUCKY BARNES

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CON SPOILERS DE END GAME.

SPOILERS

MUCHOS

AGUAS

ÚLTIMO AVISO

∆∆∆

Cinco años.

Cinco años desde que el mundo se volvió loco, las personas se hicieron polvo y solo quedábamos algunos.

Cinco años desde que él se había ido.

Caminaba por el centro de Wakanda, ya me había acostumbrado a caminar a mis anchas, sin disculparme por chocar con alguien. No había con quién chocar.

Okoye estaba al cargo de Wakanda junto con la reina madre, pues con la ausencia del rey T'challa y la princesa Shuri, era difícil mantener las cosas.

Llegué a casa, levanté las bolsas yo sola y comencé a acomodar todo en sus debidos estantes.

Extrañaba a Bucky, me había acostumbrado a estar con él.

En un principio, me habían pedido que cuidara de él, soy mexicana, soy psicóloga, psicoanalista, pediatra y criminologa, refugiada en Wakanda.

Era la única en Wakanda capacitada para lidiar con un hombre inestable de cien años y yo no me negué a hacerlo.

Primero me costó mucho trabajo, pues él se rehusaba al tratamiento, a la terapia y a cualquier cosa que tuviera que ver con su cabeza.

Después comenzó a venir, una vez a la semana, me contaba cosas básicas sobre él, cosas obvias, a decir verdad.

Después comenzó a venir más veces y más tiempo, me contaba sobre sueños que tenía, cosas que le habían pasado antes de venir a Wakanda, los lugares en los que estaba, entre muchas cosas.

Finalmente, venía todos los días, me contaba sobre sus misiones como el soldado del invierno y lo mal que se sentía por todo lo que había hecho.

Las sesiones estaban dando resultado, pero yo había fallado. Un día, la sesión terminó en una cama rota, prendas esparcidas por el suelo y una botella de vino y una de champaña.

Bucky mejoraba todos los días, seguía teniendo sesiones con él y nuestra relación personal estaba del otro lado de la balanza.

—¿Has pensado en hijos?— Preguntó Bucky mientras yo hacía círculos en su pecho desnudo.

—Un poco— Nos sonreímos antes de darnos un dulce beso.

— Debo acomodar la comida de los animales...

—¡Ah no! Ve tú solo. — Me besó una última vez y se había levantado de la cama, se vistió con lo primero que encontró y le ayude a cubrir lo que resta a de su brazo izquierdo.

Me había parado en la puerta y lo miraba arrojando las pacas de paja de un lado a otro, antes de alimentar a los animales.

—¿Buck? — Ambos habíamos volteado hacia el mismo lado.

El rey T'challa venia caminando junto a Okoye y otros hombres, uno de ellos traía un gran maletín.

El último llegó frente a Buck y abrió el maletín, me miró y después al rey.

—¿Donde es la pelea? — Preguntó y yo había negado con la cabeza.

Pero no importaba.

Y ese día se fue junto a T'challa, le habían colocado un nuevo brazo, vino a despedirse de mi con un beso y no lo volví a ver.

Hasta que llegó Steve Rogers junto a un hombre moreno, quienes me dieron la noticia de que Bucky había desaparecido, se había vuelto polvo.

No le había creído, hasta que el moreno, que se había presentado como Sam Wilson, comenzó a hacerse polvo y desapareció.

Volví a la realidad cuando una de las latas se resbaló de mi mano.

Recogi la lata y al levantarme, mire por la ventana.

El día había estado muy nublado, pero ahora, el sol me golpeaba la cara y los pájaros cantaban.

—¿Y esto? — Extendí la mano y un ave se posó en mi dedo.

—¿Me extrañaste? — Mi corazón se detuvo por un momento.

El ave voló a otro lado y yo gire lentamente, tratando de convencerme de lo que estaba pasando.

Entró un poco a la casa, tomo unas ciruelas que yo había dejado en la mesa y comió una.

—Tu odias las ciruelas

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—Tu odias las ciruelas...

—Las he comprado durante cinco años, esperando que tú volvieras, las comieras y me aventaras los huesos solo para hacerme enojar. — Mis ojos estaban cristalinos.

—¿Cinco años?— Preguntó Sam, detrás de Bucky.

—Han pasado cinco años desde que te fuiste...— Nos mirábamos a los ojos como si no hubiera nada más.

—¿Me has esperado todo este tiempo?

— Y lo seguiría haciendo.

Camino la distancia que nos separaba, me tomo con fuerza de la cintura y me acerco a él, besándome con toda la fuerza que retenía su interior, hasta que me hizo soltar un gemido.

Un aro gigante de color dorado se hizo afuera de la casa.

—Creo que nos necesitan.— Anunció Sam.

—Me tengo que ir— Murmuró Bucky.

—¡No, no, no! ¡No me volverás a dejar! — Lo agarre con fuerza.

—Te prometo volver. — Me besó y salió de la casa. —Quiero borrar la tinta roja.

Cruzo el portal y este se cerró tras él.

—Ya no hay tinta roja, mi amor.

One Shot MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora