II. Vegetaseí

103 13 2
                                    

El dolor punzante de la cabeza lo despertó de mala gana, al abrir los ojos pudo notar a su alrededor una completa oscuridad inundar su vista mientras que su rostro se encontraba humedecido. Confundido, el heredero al trono se levantó del suave colchón tocando su nuca (de donde provenía el dolor) manchando sus manos de sangre.

Entonces las imágenes llegaron de golpe a su mente, él asechando desde las penumbras del pasillo ver a la delicada mujer de cabellos celestes entrar a su habitación, luego esperando el momento oportuno para poder llegar a sus aposentos y finalmente consumir aquella agonía con la que estuvo siempre esperando por largos diez años.

Al momento se dio cuenta que se encontraba solo en la extensa habitación que era iluminada por los rayos de la luna que se filtraban por el balcón, el dolor iba aumentando pero la impotencia de no poder poseer entre sus manos a su hermana, ardía más en rabia.

Inmediatamente se retiró de la habitación directo hacia el vestíbulo principal, debía encontrar lo más rápido a la peli azul antes de que hiciera un escándalo con su padre. No obstante, en su recorrido por el pasillo principal le pareció escuchar unas voces provenientes del ala este, curiosamente una luz salía de la cocina principal por lo que se le hizo demasiado extraño ¿No se suponía que a estas altas horas de la noche el personal ya no debía estar en obra? La curiosidad le ganó por completo, debía corroborar con sus propios ojos que tanto parloteo venía tras esas paredes.

[...]

Los ojos agua marinos de la princesa se iluminaron al escuchar las palabras del joven duque ¿De verdad podría conocer por primera vez, esas tierras tan soñadas? Era inevitable no sentir demasiadas cosas en ese instante; adrenalina, euforia, nervios...miedo. ¿Miedo? Su corazón latía con fuerza con el simple hecho de salir de esas barreras llamada hogar pero estaba consciente que si no tomaba esta oportunidad, jamás volvería a ver otra.

—Bien señorita Bulma, entonces la espero en la entrada principal en unos diez minutos.—Comentó Dende sacándola de sus pensamientos.— Para que vaya por sus cosas, entre más rápido nos movamos, mucho mejor.

— ¡Perfecto! En realidad no llevaré nada, o al menos no un gran equipaje, solo lo esencial.

Ambos escucharon unos pasos aproximarse a la cocina, de manera instantánea se voltearon a ver con angustia reflejada en su rostro, el duque por su parte pensó lo peor, que tal vez alguno haya escuchado el plan y en la peor posición haya sido su hermano, después de todo el heredero de Namekuseí no era tan bondadoso como él para querer enredarse en problemas ajenos.

Sin embargo Bulma imaginó al peor, algo que había paso de desaparecido por esos instantes de euforia.

—Broly...

—¿Disculpe? —Cuestionó Dende al no haber escuchado con claridad lo que susurró por debajo la peli azul; sin embargo pudo notar en su rostro una gran perturbación. —¿Todo bien?

—¡Ven rápido! —Comenzó a empujarlo aún susurrando su voz muy bajo, temiendo ser escuchada por quien fuera que se acercara. Dende por su parte aún extrañado, se dejó guiar por la princesa quien está a base de tirones lo condujo hasta posicionarse tras unos grandes bultos de harina que daban espalda a la entrada de la cocina.—Por favor, no sé te ocurra pronunciar nada...

—Pero...

—¿Entendido?

La desesperación reflejada en los ojos agua marinos de la princesa otorgó el silencio en el duque. Finalmente guardaron silencio escondidos tras los grandes costales de harina, a la expectativa de quien sería el tercero en escena.

A pesar que la iluminación no era tanta bajo las velas de la noche, el joven duque podía apreciar bien las siluetas de la oscuridad; y lo que vio sus ojos lo dejó callado por completo. En todas sus visitas de reinos lejanos, nunca se había encontrada con un hombre como el que tenían a unos pasos de ellos, su altura era impresionante, su con flexión musculada demasiado abismal para ser un simple humano promedio y su rostro, donde se notaban unas cicatrices en él, sus facciones tan rígidas y duras helaban a cualquiera que lo tuviera de frente. Pero lo que más causaba atención en el joven príncipe y futuro rey, era su mirada; tan perdida y vacía, pero a la vez escalofriante.

BRAVEHEARTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora