Sus pisadas fuertes retumbaban sobre los marmoleados suelos del sagrado recinto, un paso, y luego otro, sabía que finalmente lo tenía a unos escasos metros de su distancia e inevitablemente su cuerpo reaccionó a paralizarse por completo. Lo que tanto temía, lo tenía a unos pasos a su alcance, su pesadilla viviente se hacía presente al igual que los nervios en su cuerpo estaban al vivo fuego. ¿Por qué de tantos lugares en el mundo, tenía precisamente que ser ese? Cada vez estaba más convencida que ese monstruo que alguna vez llegó a admirar, no descansaría hasta llevarla a rastras a Tsufuru, para maltratarla, para humillarla, para arrebatarle la voz.
Voz, su voz se esfumó por completo, quería gritar, poder pedir socorro de alguna fuerza externa pero por más que intentara hacer algún movimiento, su voz también la había abandonado dejándola con su tormento. Podía escuchar como los latidos se su acelerado corazón rebotaban sobre su cabeza, mientras que al mismo tiempo sentía que en cualquier momento se saldría de su pecho, incluso ahora amenazaba su respiración con querer abandonarla ¿Es que acaso moriría ahí? Tal vez esa era una opción, después de todo era el camino más viable para poder escapar de todo ese tormento por la cual ha estado viviendo, la muerte le haría un gran favor en terminar con su calvario insufrible y poder alcanzar de una buena vez esa paz emocional de la que tanto había anhelado.
Cerró con fuerza sus ojos cristalinos, reflejo de autoprotección por querer evitar lo inevitable, sabía que solo era cuestión de minutos para que su verdugo diera con ella, y terminara con su vida de una vez por todas; pero ¿Valía la pena morir de esa forma tan sumisa? Toda su vida se había visto controlada por dos seres de la cual jamás habían demostrado algún afecto hacia ella, incluso su concepción solo fue planeada por la gran avaricia de su padre, simplemente estaba cansada de que decidieran por ella, estaba harta de esconderse y vivir bajo la incertidumbre del miedo, no quería ser una esclava más de esa vida a la que se veía forzada a estar, simplemente quería tener el dominio de sus riendas y dar vuelo a lo inexplorable, cruzar esos límites de los cuales no lograba imaginar más allá del sol y poder una sola vez en su vida, ser libre de elegir que quería en ella.
Abrió sus ojos encontrándose con la realidad, encontrándose con la cruda verdad en que jamás llegaría un ángel guardián bajado del cielo para salvarla de ese infierno, esto no era la realidad, una realidad en donde la única persona quien podía sacarla de ese calvario era ella misma, y si no hacía un intento en la lucha, lo más probable es que nadie lo haría por ella. Fue entonces cuando una fuerte revelación llegó a su mente ¿De verdad valía la pena morir en manos de ese dominio al que una vez consideró su hermano? Ella había pasado por mucho para lograr sobrevivir en todo ese tiempo, cruzo el otro lado del mundo entre tantas trabas para que todo se fuera al carajo ¡No más! Estaba cansada, no en balde desafió sus propios temores para sobrevivir hasta el día de hoy, para que viniera su némesis y tirara al caño todo ese esfuerzo. Sonrió para ella misma, estaba orgullosa de haber enfrentado a ese mundo cruel y haber salido victoriosa de cada batalla, había logrando tanto su supervivencia, que no dejaría que este momento se viera apagado por aquel demonio que estaba a solo cinco pasos de ella.
Altiva y decidida, la joven princesa dirigió una mirada hacia sus espaldas encontrándose con la imponente figura de su némesis. El hombre tan hostil como siempre, de aire prepotente y mirada sobria, caminaba altivo sobre el gran pasillo del templo, su paso era seguro e imponente, incluso se le asemejó su actitud como el del arrogante príncipe saiyajin, pero inmediatamente eliminó esa idea de sus pensamientos, Vegeta sí era petulante y altivo, pero ese hombre distaba mucho de la frialdad de su hermano, Broly parecía un ser sin alma, tan vacío como sus ojos oscuros, actuando más como máquina que como humano, mientras que Vegeta era todo lo opuesto, ese petulante príncipe siempre lo rodeaba un fuego bravo, pasional y sus orbes ónix emanaban cierta intensidad que lograban encandilar por completo a la peli azul, Vegeta sí tenía un alma y lo podía ver en ellos.

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BRAVEHEART
FanficUA. Las vueltas de la vida te pueden sorprender de tenerlo todo, a nada en un solo segundo. ¿Qué serías capaz de hacer por conseguir tu más anhelado sueño? ¿A qué precio? ¿Cuánto vale para ti tu libertad? La lucha entre los dos reinos más poderosos...