IV. Más que un trato

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El sonoro estruendo provenir desde el interior del mercadillo de la plaza central solo provocó más escándalo entre los habitantes. Algunos corrieron para presenciar en primera fila el motivo del disparo, otros se dispersaron dispuestos a no correr el riesgo de ser ellos lastimados por alguna bala perdida, estaban el resto o si no es que casi todos, provocaron una gran marea contra los soldados del príncipe abalanzándose en busca de ayuda.

Su límite de paciencia, si es que la tenía, había terminado, toda esta situación solo provocaba a irritarlo a sobre manera provocando que ni el mismo pudiera liderar con su propio pueblo que entraba en pánico por un simple sonido. Con fastidio observo cómo sus hombres no le ponían un hasta aquí a toda ese gente chismosa, ¿En verdad tenía que resolver todo por su propia cuenta? Claro, estaba rodeado de tontos incompetentes.

Con la suma diestra que lo caracterizaba, tomó las riendas de su potro azabache cabalgando con elegancia entre la multitud, dispuesto a poner un fin a todo ese borlote.

¿Y con que se encontró? Una simple disputa entre comerciantes. Podía sentir palpitar su vena frontal al verse metido en un enrollo de terceros ¡El era el príncipe! ¿Qué tanto debía hacer en ese lugar mal oliente? Chistó por debajo molesto, daría la orden de llamar a la guardia real y que ellos se encargaran del trabajo que les correspondía, y antes de irse un peculiar destello turquesa llamó su atención.

No supo que lo orillo a realizar su cometido, pero decidido bajó de su potro seguido de sus hombres que minutos antes lo habían alcanzado siguiendo su paso. No podía distinguir a ciencia cierta de quien se tratase, pero ese peculiar color resplandeciente atrajo de lleno su atención.

Cuando llegó, observó como la multitud se abría paso ante él observándolo con asombro, claro sus soldados creaban una muralla para que nadie sobrepasara el límite entre ellos y su príncipe.

Y entonces la vio, la mujer más descarada, grosera y vulgar ¿Dé que sorprenderse? Después de todo se encontraba entre los terrenos de la tercera clase, pero ¿Y esa mujer exótica, quien se creía para expresarse así de él? Intentó intimidarla hablando a sus espaldas y pudo darse cuenta que ella no tenía una idea de quien se encontraba a sus espaldas, o era una foránea o una reverenda ignorante. Optó por la primera opción, y fue así por su exótico cabello, su acento de voz y esa forma tan despreocupada al expresarse así de él; inevitablemente sonrió, no solo era vulgar, también agresiva. Pero toda pizca de sorna burla desapareció cuando la vio a los ojos, esos grandes luceros agua marinos que escondían fuego en ellos, callándolo por primera vez en su vida.

[...]

Jamás había sentido como su corazón latiera con tanta fuerza como en ese momento. No sabía si se debía a la adrenalina de ser descubierta, a su cansancio de su pelea verbal o a él. Tal vez todo se debía a la paranoia que había desarrollado en esos días, o probable mente se estaba volviendo loca pero cuando cruzó mirada con aquel hombre pudo sentir que toda furia que sentía en ese momento se desvaneció a sentir absolutamente nada y todo.

Era un hecho que toda esa situación ya la tenía cansada y harta, ya no quería vivir más bajo la ansiedad y el miedo en donde por una mínima fracción de segundo bajara la guardia y le destrozaran sus sueños, solo quería ser libre, nada más.

Se armó de todo el valor necesario para enfrentar aquella voz gélida, si moriría sería con honor y dignidad, y en ese momento se juró a si misma que nunca más bajaría la cabeza. Pero su mirada ¡Esa mirada! La penetró hasta el rincón más profundo de su alma ¿Se debía a que nunca había visto unos ojos tan negros como la noche de ese sujeto? No, por supuesto que no. Fue el desafío, la autoridad y el fuego que emergían de ellos, no era como las miradas de su padre y hermano, a diferencia de esta pudo notar que era un baúl de secretos bajo la llave del fuego que desprendía en la oscuridad de ellos y tan solo de verlos le hacía erizar cada milímetro de su cuerpo, y no, no era miedo lo que sentía.

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