Capítulo 4: "Howihouse"

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Al día siguiente en la casa el padre de Camila estaba tomando desayuno, luego vio tele, Camila lo vigilaba sigilosamente. Su padre miraba la hora a cada rato y enviaba mensajes por su celular, tomo su chaqueta, se despidió y se fue. Camila le avisó a Elizabeth para que estuviera lista y la pasó a buscar en su bicicleta, juntas se fueron al restaurante Howihouse. Al llegar, Elizabeth se asombró por lo elegante que era, fueron al estacionamiento a dejar la bicicleta y entraron por la puerta trasera. Adentro era más bonito que por fuera, era pequeño pero deslumbraba más que un palacio. Decidieron sentarse en una mesa de esquina para tener una mejor vista, se habían puestos lentes, pañuelos y gorras para tapar su cara, aún que eso lograba que se vieran más sospechosas.

- ¿Les puedo tomar su pedido?

Elizabeth reconoció la voz, alzó la mirada lentamente hasta llegar a unos labios​ rosados, una nariz perfecto, hasta encontrar unos ojos café.

- Mierda, ¿Qué haces aquí Joan? – Elizabeth se asombró y se quitó los lentes. – espera, ¿trabajas aquí?

Joan y Camila se rieron, Camila pidió un jugo natural antes de que Joan pudiera hablar, Joan asintió y lo anoto en una libreta, luego volvió a mirar a Elizabeth.

- No trabajo aquí, solo vine a ver a mi amigo unicornio. – dijo burlándose.

- Tú lo que haces es vigilarme las veinticuatro horas del día.

Elizabeth con Joan empezaron a burlarse entre ellos, pero su risa no era tan fuerte por miedo a que los reten, todo el lugar estaba en silencio.

Por la puerta entró el padre de Camila, junto a una señora tomados de la mano con un niño y una niña. La primera persona en verlos fue Camila, vio como su padre era amable, con ella no era así, les besaba la frente y los acariciaba, sentía como eran una familia de verdad.

Cuando se sentaron su padre beso aquella mujer y Camila quedó impactada. Elizabeth cuando vio a Camila hipnotizada se preocupó, le hablaba pero está solo la ignoraba, siguió la mirada de Camila hasta encontrarse con un señor Fischer distinto al que conoció. Camila estaba tan enojada que salió del restaurante lo más rápido que pudo. Elizabeth anotó su número en una servilleta.

- Cuando llegué el padre de Helen y este conversando con el padre de Camila, quiero que te acerques y grabes su conversación. – le entregó el papel – y lo envías por WhatsApp a este número.

Joan miró el papel y sonrió, Elizabeth quería seguir a Camila cuando una mano la tiró hacia atrás.

- No tuve que hacer ningún esfuerzo y ya tengo tu número. – dijo burlándose.

Elizabeth bufó, salió corriendo del restaurante por la puerta trasera. Camila estaba peleando con el candado, no lo podía abrir con la llave por más que lo tironeaba. Elizabeth se acercó y la ayudó, logrando abrir el candado.

- ¿estás bien? – dijo tocándole el brazo.

- Sí, estoy de lo mejor, gracias. – dijo sacando la cadena y guardándola en su bolso que traía. – tu misma lo viste, tiene dos hijos más, con otra mujer y evidentemente tiene a otra mujer.

Camila estaba gritando, tomo aire para calmarse y miro los ojos de Elizabeth, quien estaba muy preocupada por ella.

- necesito pensar, entender lo que está pasando.- sacó su bicicleta y se montó encima.

- Déjame acompañarte.

- No – gritó – necesito estar sola, pensar sola.

Camila pedaleo y salió del lugar, Elizabeth corrió detrás de ella pero no logro alcanzarla. En el estacionamiento sólo había un auto y un camión, pero no había nadie dentro de ellos, nadie escuchó los gritos ni su conversación. Joan por las cámaras de seguridad observó que Elizabeth seguía en el estacionamiento, entonces la llamó.

Al borde de todas las mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora