Al borde de todas las mentiras

Capítulo 15: "Pequeña sorpresa"

Camila tuvo que traer agua para que Elizabeth se tranquilizara, le explico todo lo que pasó esa noche, no sabían si las palabras del señor Windsor eran real y ahora menos podrían preguntarle ya que estaba muerto.

- ¿Tienes la ropa de mi hermano? – Elizabeth​ asintió. – bien, necesito que la busques.

Elizabeth sacó de su closet​ la ropa, pero no se dio cuenta que había un bolso encima y estaba abierto. En el bolso estaban todas las imágenes que habían sacado la primera vez que fueron a la comisaría y al sacar la ropa cayeron al suelo, se dispersaron por todo el lugar, Elizabeth comenzó a recoger cada una, hasta que llegó a una imagen que la dejo sin aliento, puso esa imagen al medio de todas y se la entregó a Camila.

- ¿Cuál es el chico que mató tu padre? – pregunto firme.

- No quiero verlo. No necesito recordarlo.

- Solo hazlo – grito Elizabeth.

Camila comenzó a ver todas las imágenes hasta que llegó a la imagen del joven el cual habían matado, giro su cara rápidamente para no observarlo.

- Es este.

- No – susurro Elizabeth. – no puede ser, es un mal chiste.

Se fue a sentar a su cama y sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo negaba todo el tiempo, Camila la miraba desde el haciendo del escritorio, sorprendida porque nunca la había visto tan afectada.

- ¿Qué sucede?

- Es – dijo con un nudo en la garganta.- es el hermano de Joan. ¿Cómo podré decirlo? Yo... yo no puedo, no quiero lastimarlo. No, esto es una broma, una pésima broma.

Elizabeth no paraba de llorar, se secaba las lágrimas pero seguía llorando y su cara se volvía a mojar. Suspiro varias veces, todo este tiempo Joan pensó que su hermano lo abandonó, pero la realidad era que su hermano estaba muerto. El señor Fischer había matado a su hermano, pero ¿Cómo decírselo? Elizabeth todavía no asimilaba bien, de su boca apenas salían palabras, apenas salía respiración. Camila, quien sentía lástima ahora por Joan pero no tanto como Elizabeth, pensó en algo. No le gustaba ver a su amiga llorar, no era su culpa, si no de su padre. Sabía perfectamente que si Joan sabía que el señor Fischer mato a su hermano no las seguiría ayudando, la situación le jugaba en su contra. Necesitaban a Joan, porque necesitan a un aliado que esté dentro de la mafia, sabía que no podía arruinar su única oportunidad para que su padre pagará por todo lo que había hecho en ahora y en años anteriores, también necesitaba detener lo que haría en el futuro.

- No se lo digas. – hizo una pausa donde hubo un silencio. – yo no le diré lo que se, y tú tampoco.

- No puedo ocultarle algo tan importante. – susurro Elizabeth.

- Él se enterara, pero no por nosotras. Más adelante cuando mi padre esté en la cárcel saldrán todos los crímenes que el hizo, también el de matar al hermano de Joan.

Elizabeth pensó un rato y volvió a negar. No podía decirle pero tampoco quería ocultárselo. Pero no se le ocurría nada, no sabía cómo se lo diría, no sabía ni siquiera que debía hacer.

- Al menos piénsalo, si se lo dices el pensara que tú se lo ocultarse y no te volverá hablar, tal vez a mi menos me hable porque pensara que fui tu cómplice.

Elizabeth solo agachó la cabeza, Camila sabía que no era momento para hablar, apago la luz y se volvió a dormir dejando la duda en la cabeza de Elizabeth, quien no pudo dormir pensando en eso. Camila roncaba mientras Elizabeth miraba la casa de Joan, su ventana, su cortina, ¿Cómo se lo diría? ¿Sería adecuado? ¿Se enojaría? ¿Perdería su amistad? ¿Lo perdería a él? Si algo estaba segura era que no quería hacerle daño, decirle que su hermano murió era hacerle daño y no estaba preparada para eso. Miro el techo, miraba a Camila, miraba a todas partes pensando, miraba la luz de la luna, pero no hallaba respuesta, ¿Qué haría? Pasó toda la noche pensando en lo que sería mejor, ¿Por qué debía decirle ella? ¿Por qué no alguien más?