Capítulo 11: "La hija de Alfredo"

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Camila cuando despertó vio que tenía muchas llamas perdidas de Elizabeth, se bañó rápidamente, desayuno y se dirigió a su casa en bicicleta. Tocó la puerta y le abrió Elizabeth, quien no la saludo y volvió adentro de la casa. Camila pidió permiso y también entró.

- Hola – le dijo Camila.

- Interrumpes mi desayuno.

Camila se rio, ya era tarde para estar tomando desayuno. Se sentó al lado de Elizabeth y comenzó a comer junto a ella. Elizabeth la miro con una cara detestable, le estaba quitando su comida.

- ¿Por qué ayer me llamaste muchas veces?

- Te quita contar...

Camila logro ver el análisis encima de la mesa y la interrumpió, no dejo que Elizabeth terminará de hablar.

- Verdad que tenemos que devolver esto – dijo tomando el papel – al señor Iván. Vamos apúrate.

Tomo de la mano a Elizabeth y la sacó de la mesa, esta se soltó y protesto, sabía que ella quería ir rápido para vigilar al señor Windsor pero Elizabeth quería seguir comiendo, entonces se volvió a sentar.

- Iremos en auto – dijo Elizabeth levantando ambas cejas.

- ¿sabes conducir? ¿segura que no me matarás?

- Que eres fome, no me causa ninguna gracia – dijo molesta Elizabeth.- será mucho más rápido.

Elizabeth se levantó y sacó sus cosas de la mesa. A Camila le daba miedo ir en un auto con Elizabeth, jamás había escuchado que supiera manejar. Pensó en una excusa, entonces se le ocurrió que sin llaves no había auto.

- ¿tienes llaves? ¿no? Es una lástima no podremos ir en el auto.

- Tienes razón, se olvidó ese pequeño detalle – dijo acercándose a un colgador de llaves. – espera que es esto. – dijo asombrada. – son las llaves.

Camila entendió la indirecta, se estaba burlando de ella. Ambas se subieron al auto y Elizabeth condujo fuera de la cochera. Justo Joan iba saliendo de su casa y tomo su bicicleta, estaba en dirección a su trabajo, cuando vio que Elizabeth era la que conducía se comenzó a burlar.

- Camila, ¿no quieres que te presté mi casco? Digo, por precaución si llegan a chocar.

Joan se subió a su bicicleta y comenzó andar, Elizabeth estaba enojada por su comentario, tal vez él no lo sabía, pero ella conducía perfectamente, no era primera ni segunda, mucho menos la tercera vez que conducía. Cuando su padre estaba vivo le enseño a conducir y siempre que salir fuera de la cuidad ella conducía, aprendió todo. Elizabeth se acercó lo más que pudo con el auto a Joan, este perdió el equilibrio y se calló en su bicicleta, luego bajo la ventana y le saco el dedo de al medio. Camila se sorprendió por lo que hizo, no lo atropello ni lo chocó, hizo que solo se cayera. Camila se puso su cinturón por precaución.

Elizabeth condujo en dirección al hospital, pero quiso pasar fuera de la comisaría por si estaba la chica, tenía una sensación rara en el pecho. Cuando llegó condujo un poco más lento y logro ver que ella estaba tirada en el piso durmiendo con una manta bien delgada, estaba apoyada en un poste toda doblada. Elizabeth paró el auto de golpe.

- Estás loca. – le grito Camila.

Camila agradeció que tuviera el cinturón puesto. Elizabeth se bajó rápido del auto y corrió en dirección a la joven. La despertó y la ayudó a pararse, estaba helada. Camila no comprendía lo que trataba de hacer, pero también se bajó y ayudó a Elizabeth, llevaron a la joven hasta el auto. Elizabeth la llevó hasta su casa, Camila no le quiso dirigir la palabra en todo el camino, su cara reflejaba que estaba enojada, pero Elizabeth no podía dejar botada a la joven.

Al borde de todas las mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora