Capítulo 8: "malas noticias"

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Cuando Elizabeth despertó, había un hombre moreno y con una bata blanca, era un doctor y estaba viéndola. Miro a los lados y estaba en un tipo de habitación, trato de pararse pero se lo impidieron, tenía un dolor de cabeza insoportable.

- Señorita, usted está bien, está en el hospital y necesito que esté tranquila. – Elizabeth no entendía nada de lo que decía.

- ¿Por qué estoy acá? – él era amable, incluso le sonrió.

- Dos personas quieren explicárselo. La policía ya debe de estar por llegar, no tema.

El doctor salió, un momento después entro un hombre y una mujer, quien le explicaron sobre el accidente y que la habían chocado, por suerte no sufrió ninguna lección, sólo un golpe de cabeza que la dejo inconsciente por un tiempo corto.

- Realmente lo siento, yo estaba desconcentrada mirando hacia otro lado y no la calle. – Nanin le hablaba a Elizabeth – y te choque, fue toda mi culpa. Disculpa enserio. – Elizabeth le sonrió.

- No tiene por qué disculparse, la culpa fue de las dos, yo no mire para los lados, sólo cruce la calle y fue también mi error.

Entró el doctor y le pregunto su nombre y de algún familiar con quién comunicarse. No tardó mucho en llegar tío Ben, Camila y la señora Karen, estaban preocupados por Elizabeth, pero se aliviaron al saber que no tenía nada grave, sólo unos rasmillones y nada más.

- Tiene que testificar y luego se puede ir a su casa – le explico el doctor y se retiró.

Tío Ben la beso en la frente, luego salió con la señora Karen a esperar afuera, Camila pidió quedarse para no dejar sola a Elizabeth, sus ojos estaban mojados y se notaba que había llorado. Estuvieron juntas hasta que entró Lucas, el policía joven. Camila al verlo miro a otra parte, Elizabeth se rio.

- Señoritas, un gusto de verlas otra vez. Aun que lamento las circunstancias vengo hacer el testimonio de los hechos. – dijo sin desviar la mirada de Camila

- Yo, necesito ir al baño. – dijo Elizabeth ​parándose.

Salió de la habitación, Camila la miro sorprendida y negando con la cabeza, no quería quedarse sola con Lucas, su corazón palpitaba rápido y quería que el tiempo pasara rápido para que llegará Elizabeth, en esos momentos la odia por dejarla sola con él, quien no paraba de mirarla y quien Camila lo evitaba, miraba a otro lado.

- Señorita Camila, no pensé que me la volvería encontrar, pero eso es bueno – Camila lo miro sorprendida y enojada.

- Permiso.

Camila se dirigió a la sala de espera enojada, se preguntaba cómo sabía su nombre y lo raro de la situación «tal vez trabaja con mi padre, y así me conoce» susurraba para sí misma.

Mientras tanto Elizabeth se dirigió al baño, se vio al espejo y vio que tenía unos rasmillones pequeños y se lo tocó, abrió la ventana para que entrara aire y pudiera respirar. Sentía confusión con todo esto y todavía tenía jaqueca.

- Señor Fischer, a que se debe su llamada. – el tono era enojado – ahora requiere de mi ayuda, con razón me busca.

Elizabeth miro por la ventana, vio a un hombre pero estaba de espaldas. Hubo un largo silencio.

- Yo puedo revisar de la droga, mañana en la tarde iré donde usted.

Elizabeth seguía observando, pero lo único que pudo ver era una bata blanca y el señor tenía las manos en los bolsillos, cuando el señor se dio vuelta Elizabeth se escondió para que no la viera y no la descubrieran que estaba escuchando, otra vez había escuchado algo que no le hubiera gustado escuchar. Pero le servía de mucha información y cada vez iba progresando más.

Al borde de todas las mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora