Capítulo 7.

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Una hora más tarde de la visita del tal señor Grobban, terminamos el entrenamiento y de alistar todas nuestras cosas. Y sé que, la cordial invitación del hombre, fue —en realidad— una orden; por lo que, sin más remedio, nos preparamos para una conversación que no sabemos cuál rumbo puede tomar. 

La escalera se encuentra en la otra punta del gimnasio y está casi a oscuras, no me sorprende no haberla visto, considerando que nada llamó mi atención de aquella parte completamente vacía. Una vez arriba, frente a mi nariz aparece una puerta con una pequeña ventana, la cual está cubierta por esas cortinas de plástico. Mi hermano da ligeros golpes sobre el vidrio y espera por un indicio de que Grobban siga ahí adentro. Quizás, sólo quizás, el hombre se fue al ver nuestra demora, lo cual es conveniente para mí. 

—Adelante.

James toma la iniciativa y abre la puerta con confianza. Rápidamente, me llama un poco la atención el interior de la oficina. Es pequeña. Frente a la puerta hay un escritorio que contiene dos sillones más pequeños que el que está frente a ellos, el del señor Grobban —claramente el hombre sabiendo o no las tácticas, empleó una con gran eficacia. El sillón más grande y ligeramente más alto, una símbolo o esencia de poder y dominación, una táctica potencial en lo referente a intimidación o negocios—. A espaldas del hombre, hay una extensa biblioteca con algunas carpetas, las cuales están etiquetadas con rótulos que no alcanzo a leer. El resto consiste en una planta en la esquina, una lámpara con iluminación deficiente y una gran pila de papeles sobre el escritorio. Una oficina un poco ordinaria, con un color amarillo en las paredes poco común. 

El hombre nos indica que tomemos asiento, lo cual hacemos con rapidez. La escasa distancia e iluminación hacen que su rostro tome una expresión algo tétrica. 

—Aquí nos tiene y no me malentienda, pero estoy cansada y, realmente, me apetecería irme. 

—Thabanna... —James me regaña por lo bajo. 

—Bien. —Asiente, comprendiendo la situación—. Primero, me gustaría hablar contigo James. Como sabes, la pelea es dentro de dos noches y sabes que quiero que ganes, hay muchas apuestas en ti, muchacho. No sólo hay mucho dinero en juego contigo, sino que será una pena que no clasifiques para esta liga. 

—Lo sé —asegura—, por eso le pedí ayuda a ella. 

Es increíble que mi hermano esté alabándome frente a quien parece ser un gran entrenador. 

—Thabanna Yagoub —murmura pensativo—. Estuve investigando sobre ti desde que supe que vendrías. Tienes una impresionante carrera, a pesar de que fue tan corta, es una pena lo de...

—No lo mencione —lo corta James. 

Siento una presión en el pecho, una tan pesada como si un elefante tuviera su pata encima de mis pulmones. El rostro del hombre se suaviza al ver mi expresión, de seguro, parezco como si me hubieran dado un fuerte golpe. 

—No hay problema. —La mano de James toma la mía y le da un ligero apretón. Amo a este hombre—. Vamos al punto, ¿cuál fue el motivo de esta reunión, señor Grobban?

—Llámame Darren —pide, a lo cual asiento—. La razón de porqué te llamé es que estoy interesado en que formes parte del equipo...

—Ya no peleo. 

—¿Y como entrenadora? —redobla la oferta. 

Es cierto que necesito un nuevo trabajo, a pesar de mi reciente renuncia,el dinero ahorrado no me durará más que unas semanas, por lo que este nuevo trabajo no vendrá mal. 

—Podría considerarlo.

El hombre sonríe satisfecho. Recibo otro apretón de parte de James, pero esta vez no es uno tranquilizador, se nota que no está del todo cómodo con la propuesta. 

A los pies del boxeador [Versión 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora