No me gustaba mentir a mis padres, pero decir que había salido con Sam y Chad eran sin duda la mejor de mis opciones para evitar que hicieran preguntas indeseadas.
—Te pongo otra—me preguntó el camarero.
Había vuelto a "La dama roja", en busca de un encuentro casual con la señora Raydor, sin embargo, no había aparecido por allí en toda la noche, y eso que llevaba ya un buen rato mirando y mirando, y cuatro botellines de cerveza. Había más ambiente en el local que la primera vez que había estado allí, y pese a que había mucha gente que parecía normal, la mayoría era gente que sabía a lo que venía, a buscar personas a las que les gustara el sexo duro. Le negué al camarero y pagué mis consumiciones.
— ¿Dominante o sumiso?—me preguntó un chico que acaba de llegar a la barra.
Era guapo, del tipo de belleza como la que tenía Alain, algo sutil que se sabía que estaba allí, y del cual se podía sacar mucho más partido de querer hacerlo. El chico era rubio, llevaba el pelo hasta los hombros y la mitad superior de la cabeza tapada con un gorro verde. Era delgaducho y alto, y supe que tenía unos cuantos años más que yo aunque yo aparentara ser mayor.
—Hetero—respondí a su pregunta con aquel sarcástico comentario para dejarle claro que no me iban los tíos.
El chico, que parecía ser más tímido de lo que parecía, bajó la cabeza avergonzado y me pidió perdón en un susurró. Yo le di un golpecito de ánimo en la espalda y luego me marché de allí. Meredith no había aparecido, pero yo no me daba por vencido. Me subí a mi coche y me puse en marcha, si ella no venía a mí, iría yo a ella, aunque me llevara un par de azotes por mi insolente insistencia. Esa mujer tenía que ser mía, deseaba con anhelo meterme entre sus piernas, besarla de nuevo, y recorrer con mi lengua cada pedazo de su piel. Me puse cachondo antes de meterme entre el tráfico, y seguía igual de excitado cuando aparqué en la calle en la que estaba su apartamento y bajé del coche. Era un edificio elegante pero no lujoso, por lo que no tenía ninguna clase de portero que me impidiera la entrada. Entré en el edificio y subí hasta la planta del apartamento de la mujer. Me detuve frente a su puerta, suspiré fuertemente y llamé al timbre un par de veces, no me abrió, o bien no estaba en casa o bien me había visto por la mirilla y pasaba de mí. Pero no me iba a dar por vencido aún así. Me apoyé sobre la puerta y me dejé caer hasta el suelo con la intención de esperar. Saqué mi móvil y jugué con la intención de llamar a Alain, ¿estaría despierto aún?, ¿estaría enfadado por no haberle cogido el teléfono?, decidí no pensar en eso, por él era que estaba sentado en el felpudo de Meredith Raydor, por que quería sentir lo que él sintió, ser parte de un mundo en el que él me había dejado fuera, si al menos me lo hubiera contado...
— ¿Lip?—la voz de la mujer me trajo de vuelta de mis pensamientos y entonces yo fui elevando la mirada desde sus perfectas piernas hasta su hermoso rostro—. ¿Qué coño haces tú aquí?
Me levanté del suelo a toda prisa y me sacudí el polvo antes de mirarla y sonreírle con la mejor y más encantadora de mis sonrisas.
—Hola—le dije—. Te esperaba.
—Debí de haberte llevado a un hotel—soltó ella molesta por mi presencia allí—. Te dije que solo pasaría una vez, tienes que irte.
Le mujer metió la llave en la cerradura y abrió la puerta con la intención de dejarme allí fuera.
—Pero yo no quiero irme—dije desconcertado—. Oye, perdona por presentarme así, sé que es de mala educación...
—Sí, estás siendo muy maleducado—coincidió ella—. Sobre todo por que te pedí que no volvieras a molestarme.
Ella intentó cerrarme la puerta en las narices pero yo la detuve con una mano, haciendo que ella se enfadara aún más.
—No estoy enamorado de ti—le aseguré temiendo que eso sería el problema de todo aquello—. Ni me voy a enamorar Meredith, solo quiero follar, no veo cual es el problema cuando está claro que tú disfrutaste la otra noche azotándome hasta hartarte.
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CRÓNICAS STEIG "LIBRO DOS"
Teen FictionLAS AVENTURAS DE BAY Y LIP CONTINUAN CON SUS HIJOS