DOCE

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Con un movimiento rápido me colocó una mano en mi cara y dirigió sus labios hacia los míos. Después, con la otra mano me tomó de la cintura y me atrajo hacia él, pude sentir su miembro contra el mío, y la magnitud de su pene erecto.

— ¿Estás seguro de esto?—me preguntó.

Asentí. Sus labios comenzaron a recorrer mi cuello lentamente y con ternura, como si yo fuese algo frágil y muy delicado, supuse que no quería ir demasiado rápido para no asustarme, sin saber que yo, después de mis visitas al cuarto sexual del dolor de Adrien, ya no me asustaba tan fácilmente.

—Ven—me dijo apartándose un momento.

Me llevó y me tumbó sobre la cama y allí el chico se puso encima de mí y me sujetó las manos por encima de mi cabeza antes de volver a besarme. Entonces se alejó un poco y me miró a los ojos con ciertas expectativas picarescas. Sus ojos azules brillaban con un toque perverso antes de que él aparatara la mirada para comenzar a bajar por mi cuello con su boca mientras hacía descender sus manos desde mis brazos hasta mi cintura, acariciando a su paso todo mi cuerpo. Se detuvo en mi pecho y una vez allí, sin darme tiempo a reaccionar succionó uno de mis pezones y me hizo gemir. Volvió a pasear sus manos segundos después por mi pecho y fue descendiendo hasta mis muslos, allí me besó en el interior del muslo y terminé de ponerme duro.

— ¡Vaya!—Jason se relamió los labios—. Me encanta que estés tan excitado.

Yo le dediqué una sonrisita nerviosa antes de que él se arrodillara en la cama y antes de que pudiera reaccionar, me liberó el pene por un lateral de los slips y se lo introdujo en la boca. Gemí, esta vez más fuerte.

—Ah—coloqué instintivamente una mano sobre su pelo y lo empujé lentamente hacia abajo, él apreció mi acto y siguió bajando para introducírselo por completo dentro de la boca.

Me aferré a las sábanas intentando contener tanto placer mientras él se batía hacia arriba y hacia abajo y yo movía las caderas a su ritmo. De pronto se terminó, él dejó de estar frente a mí y volvió a erguirse justo encima y me besó de nuevo.

—Me encanta tu cuerpo—sin pedir permiso me besó el mentón y deslizó una mano para apretar una de mis nalgas con ella.

No pude apartar la vista mientras él se metía el dedo índice dentro de la boca y lo chupaba con delicadeza, lo paseó por mi pecho y lo introdujo entre mis nalgas, allí lo posó sobre mi ano, lo empujó hacia adentro y yo solté un gritito, este sonido se convirtió en un gemido puro y duro cuando él comenzó a meter y a sacar su dedo de mi interior descontroladamente, me lamió el labio mientras sus ojos azules resplandecían frente a los míos.

— ¿Te gusta?—inquirió.

—Ajá—suspiré.

Sus besos dejaron mi boca y se posaron en mi cuello, su respiración me azotó el oído y yo me estremecí por completo. El chico agarró de nuevo uno de mis pezones y tiró de él.

—Dilo—me ordenó con la voz rota de pasión.

—Me gusta—gemí.

Él rió y luego me agarró de la cintura y me giró sobre la cama hábilmente. Quedé expuesto y a la espera, el chico me dio un azote y luego agarró la fina tela de mi ropa interior y la desgarró con los dedos, el crujido me hizo ponerme nervioso.

—Mucho mejor así—citó.

Comenzó a besarme las nalgas, pasando de una a la otra, luego me abrió las piernas y la introdujo dentro, en mi ano. Gimoteé por lo que me hizo sentir allí y cerré los ojos. Él comenzó a mover la lengua y no pude evitar que me temblaran las piernas mientras me humedecía la entrada con lametones precisos y certeros, era evidente su experiencia, por que sabía hasta donde tenía que introducir su lengua para hacerme temblar.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO DOS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora