VEINTITRES

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La seguí hasta la cocina y la encontré dando vueltas alrededor de la encimera como un pollo sin cabeza. Ale levantó la cabeza en cuanto me vio entrar allí y me miró atentamente y con pena.

—Venga, suéltalo—insté con el alma en un puño—. ¿Qué es lo que sabes?

—Se estaba viendo con una mujer—dijo bajando la mirada, probablemente avergonzada por no haber dicho nada antes.

—Una mujer—repetí—. ¿Y...?

—La conoció en un bar—prosiguió—. Estaba muy afectado por que había roto con Elena y tú te habías ido y fue a un bar donde la gente quedaba para hacer..., bueno allí la gente era...

— ¿Qué?—le grité sin querer—. Por Dios, Alejandra, va a darme un ataque.

—Era un bar de encuentros para gente a la que le gustaba hacer lo que Adrien te hizo a ti—soltó por fin. Yo me quedé desconcertado un momento por que de primeras no caí en que era a lo que la chica se refería—. Alain, me refiero a lo sexual, era un local para amantes de Sadomasoquismo.

—Dios mío—suspiré mientras ladeaba un taburete y me sentaba para no caer al suelo.

— ¿Estás enfadado por no habértelo dicho antes?—la chica se acercó a mi lado y me miró con los ojos tristes.

—Probablemente lo estaré después—le aseguré—cuando encuentre a mi hermano. Pero bueno, tenemos algo, es muy probable que esté con esa mujer, ¿Qué sabes de ella?

—Que la lleva viendo como un mes y medio, más o menos—declaró encogiéndose de hombros—. Se llama Meredith Raydor, y Dios, Alain...—la chica bajó la voz y se acercó un poco más a mí—. Lo trata con brutalidad, Lip me enseñó los moretones que esa mujer le hace en la espalda y en el trasero, es horrible...

— ¿Qué más sabes?—insté dejando esa imagen fuera de mi cabeza, de momento—. ¿Sabes donde vive?—ella negó de inmediato—. Pero ha ido a su casa, ¿no?

—Sí—dijo ella—. Bueno eso creo, Lip tampoco me dio muchos detalles de nada.

—Bueno, tú sabes mucho más que yo—dije con algo de recelo por que ella supiera más de mi hermano que yo mismo—. Perdona, no es tu culpa, enana—la abracé—no es tu culpa.

—Lo siento—lloró ella—. Tenía que haberlo dicho antes, pero no quería meter a Lip en problemas.

—Y has hecho bien—me separé y le acaricié el rostro—. Creo que podemos encontrarle antes de que las cosas se pongan peor.

—Alain, la policía está aquí—obvió ella—. Las cosas no pueden estar peor.

—Te aseguro que conociendo a Steig—dije con ironía—las cosas siempre pueden ponerse peor.

— ¿Y que vamos a hacer nosotros?—preguntó ella indecisa y temerosa.

—Papá me dijo por teléfono que Steig había querido ponernos un localizador GPS en el móvil—conté mientras ella se secaba las lágrimas—. No lo hizo, pero el coche que nos regaló por la graduación sí que lo lleva.

—Pero el coche está fuera—apuntó la chica—. No se lo ha llevado.

—Lip solo se fija en el exterior, en que sea el coche más glamuroso y fantástico, él es muy egocéntrico—apunté mientras ella ponía cara de no entender a donde quería llegar con eso—. Yo me fijo más en los componentes, soy más objetivo. El GPS lleva un rastreador de ruta, siempre se queda guardada la última ruta, por lo que si Lip iba y venía de la casa de esa mujer, puede que siga guardada.

—Genial—dijo ella sin mucho entusiasmo—. Ahora solo hay que rezar para que su última ruta fuera de la casa de esa mujer hasta aquí.

—Pues recemos.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO DOS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora