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--Recién llegue, también escuche los ruidos y vine-- se encoje de hombros-- además ya está grande para saber que es lo que haces, es hora de que madure-- su mirada se dirige a mi y me da miedo su oscura mirada, esto no era bueno.

--Hermano, Natalia tiene seis años, que te pasa, es una niña que no siquiera tiene idea de lo hacemos-- parecía estar gritando pero me quedé callada-- ahora llevala a su cuarto, tengo que limpiar el lugar y sacar a Nayla de aquí, procura que se duerma, hasta mañana pequeña, y recuerda no le digas nada de lo que viste a nuestros padres-- se agachó a mi altura, puso su mano en mi hombro, y me miro con brillo que no supe descifrar-- ¿lo prometes?--.

--Si, lo prometo-- me dio una sonrisa, me beso la mejilla, y se levanto, se dirigió a la chica que estaba al lado del auto, ella camino hacia mi e igual se agachó, como mi hermano, me dio una disculpa.

Me arrepiento, me arrepiento totalmente por terminar la frase, no tenía que decir nada, me condene al hacer esa promesa, me condena a una vida dolorosa de ahora en adelante.

MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora