~CAPÍTULO 20~

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~Capítulo 20~

~Los gemelos Ainsworth~

—Estamos aburridos.

—¿Dónde está mamá?

—Si, ella nos dijo que íbamos a ir al parque acuático.

—Mamá jamás rompe sus promesas.

—Seguro es culpa tuya.

—¡Basta! Si escucho una palabra más los encerraré en el ático, recuerden que allá está el monstruo.

Mis hermanos se miraron y luego rieron.

—No existe ningún monstruo, Dul.

—¿Quien les dijo?

—Papá—contestaron al tiempo.

Gracias, muchas gracias papá, ahora no puedo asustar a los demonios.

—¿Y mamá?

—Ya les dije, mamá no los llevara a ningún parque acuático, por su culpa se fue de nuevo la niñera con una pierna rota.

—Fue su culpa, ella se metió en nuestro juego.

—¿Su juego? Oh, claro. El juego en donde estaban a punto de tirarse del segundo piso con una cobija como “paracaídas”

—Estuvo genial—ellos alzaron sus brazos celebrando.

—Le partieron una pierna a su niñera y luego se fue gritando que ustedes eran unos demonios. No la culpo, ella tiene razón.

—Ella se metió cuando Mathi iba a aterrizar—Mateo se defendió.

—Mathias se iba a partir la cabeza, gracias a que ella se metió él está bien—le di la vuelta a la tortilla mientras mis hermanos seguían acabando con mi paciencia—¿Por que no van a la piscina y de una vez se ahogan?

—Le diremos a mamá que quieres matarnos—comenzó a hablar Mathias.

—Y te encerrara con los locos—terminó de decir Mateo.

Les serví el desayuno, ojala comiendo dejen de molestar.

—Queríamos la tortilla en forma de dinosaurio.

—Ya casi cumplirán nueve años, ¿cuando dejaran de comer las cosas con forma de animales prehistóricos?

—¡Jamás!

Mi celular sonó y vi en la pantalla que se trataba de mi madre.

—Espero que vengas en camino con una niñera.

—¿Es mamá?—Preguntó Mateo.

—Dile que se hace tarde para ir al parque—dijo Mathias.

—¡Que no los llevará! Y terminen de comer.

Salí de la cocina y me coloque el teléfono en la oreja de nuevo.

—Mamá…

—Cariño lo lamento pero aun no encuentro a alguien que quiera cuidar a tus hermanos, todas las niñeras de la ciudad me huyen.

Lógico.

—Mamá hace una semana que estoy a cargo de los demonios, no he podido ir a mi trabajo, no puedo faltar más.

—Lo sé, cariño, lo sé—ella suspiro—oye ¿Y si los llevas?

—¿A donde?—No me estaba gustando nada esto.

—A tu trabajo, no creo que a tu jefa le moleste.

—Mamá, por supuesto que no llevaré a mis hermanos a casa de Thomas—ni por todo el oro del mundo haría eso.

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