Dulce es alegre.
Thomas es silencioso.
Dulce es soñadora.
Thomas es misterioso.
Dulce ama los días soleados.
Thomas ama la lluvia.
Dulce ama leer.
A Thomas le gusta escribir.
Cómo agua y aceite.
Cómo el día y la noche.
Así son Thomas y Dulce tan dif...
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Desde que llegue a esta casa, siempre imaginé como sería Thomas. Imaginaba cada parte de él ¿Cómo serían sus ojos? ¿Cómo sería su cabello? Antes de que me hablara imaginaba como sería su voz, él era tan intrigante para mí; era la primera vez que había estado con una persona tanto tiempo y no conocía nada de él.
Normalmente cuando hablas con una persona lo primero que haces es verla cara a cara, conocer como es físicamente y de ahí hacerte una idea de cómo será en su interior y por eso es que hay tantos malos entendidos. Las personas tienden a juzgar por lo que ven.
Si tiene tatuajes, es un delincuente.
Si se viste muy "provocativamente" es una puta.
Si se viste muy serio o seria, es un nerd.
Hablar con Thomas me hizo tomarle mucho aprecio solo con escucharlo, no tenía idea como era, no sabía si era algún muchacho lleno de tatuajes y perforaciones hasta en los ojos. Pero poco me importaba, ya que la apariencia de Thomas no iba a cambiar todos esos momentos en los que hablé con él y pude conocerlo un poquito más.
Pero no negaré que sentía una curiosidad enorme por verlo, por conocerlo.
Por eso en estos momentos mis ojos no abandonan al chico que está calentando una comida en el microondas, él no era un chico musculoso de esos que están más en el gym que en su casa, tampoco tenía tatuajes en su cuerpo, su cabello castaño estaba escondido bajo un gorro de lana, sus ojos eran azules –tiene unos ojos muy lindos, por cierto- él vestía unos pantalones de pijama, con una camisa que le combinaba, encima de esta tenía una chaqueta muy abrigadora.
Thomas es un chico muy guapo, me sorprendo pensando en él de esa forma, pero es verdad.
—¿Estas bien champiñón? Llevas más de diez minutos sin hablar, eso es muy raro en ti.
Hasta su voz suena mejor, y no ahogada como cuando me hablaba a través de la puerta.
—¿Champiñón? —Él pasó sus manos frente a mis ojos, gracias a eso regresé a la realidad.
—¡Thomas! —Grité—Thomas, Thomas.
—Si, ese es mi nombre ¿Qué te pasa?
¿Lo decía en serio?
—Estas fuera de tu habitación, tú ¡Tú! —No sabía cómo explicar, como decirle lo impresionada que estaba por verlo.
—Sí, así es y todo es tú culpa, champiñón—él saco la comida del microondas, tomo un tenedor y comenzó a comerla.
—Espera, espera ¿Mi culpa? —me senté frente a él.
—Sí, tu culpa. Te escribí doscientas veces para decirte que me llevaras la comida, además que me tocaba la medicina y tenía sed, pero como la pequeña champiñón estaba bien entretenida viendo películas, tuve que salir.
