Capítulo 1 La rutina del escuadrón

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Luego de leer, revisar y estudiar minuciosamente el documento por quinta vez tanto Takumi Kaneco como Lee Ming procedieron orgullosos a firmarlo delante del notario. Ambos estaban plenamente seguros de haber tomado la decisión correcta, ya que de algún modo debían y querían pagar esa inmensa deuda de honor a Roberto Guzmán.

A Roberto no solo le debían la vida sino todo lo que ellos eran. Todas y cada una de las metas logradas por estos dos amigos incondicionales, fueron consecuencias directas de su convivencia con Roberto, más que una convivencia fue una supervivencia. Él les enseñó la lección más importante que ellos dos pudieron recibir, una lección que les llegó de la manera más dolorosa e inhumana en el momento que creían que morirían sumergidos en el más inmenso dolor físico, emocional y espiritual.

Durante esos largos, tormentosos y dolorosos tres meses Roberto les demostró que la guerra más difícil de librar no era la que se hace con armamentos ni estrategias militares, sino la librada con el ser interno de cada quien. No importaba que fueran de distintas nacionalidades ni las influencias de las culturas arraigadas de cada uno de ellos. Esa guerra solo la ganarían sí y solo si internalizaban que el "yo", interno, se debería volver más fuerte y seguro con el pasar de los días. Para los tres hombres fue una experiencia personal que los marcarían por el resto de sus vidas y que sin saber involucrarían a sus descendencias.

Estar en zona de guerra en tierras extranjeras, no es nada fácil aún formando parte del cuerpo de las Naciones Unidas. El doctor de emergencias Takumi de origen japonés acabada de terminar su especialización en traumatología cuando fue destinado a un hospital improvisado en plena zona de guerra.

Takumi no pasaba de 27 años, soltero pero rotundamente enamorado de su novia Sakumi, como cualquier japonés su cuerpo distaba mucho de ser grande y fornido, sin embargo poseía una resistencia y aguante tanto físico como emocional digno de su profesión. Para provenir de una familia con suficientes recursos económicos se adaptaba fácilmente a sus nuevas condiciones de vida. Le facilitaba el hecho de tener una personalidad alegre, solía ser un tanto más abierto que otros de sus compatriotas, ya que en su cultura el individualismo forma parte del colectivo, tal vez esto se debía por haber estudiado su especialización en Londres.

Por su parte el coreano Lee de 28 años tenía un carácter fuerte casi inquebrantable de esos que son todo o nada, solo veía la vida en dos colores; blanco o negro, sin matices en su vida. Experto en telecomunicaciones, pocas veces socializaba con los miembros del escuadrón, sin embargo; siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitaba, solía disfrutar de más privilegios que sus compañeros de escuadrón por ser descendiente directo de una familia con amplia trayectoria militar. No se sentía presionado para volver a casa ya que no le esperaba ninguna persona especial, tal vez esa era una de la razones de su carácter, con esa edad y aún no experimentaba el natural hecho de amar.

El más joven del trío era Roberto, venezolano con escasos 24 años, graduado en la Universidad Central de Venezuela en idiomas, su función en el escuadrón era de traductor; dominaba un total de cinco idiomas (español, inglés, francés, italiano y portugués) aunque su pasión era la cocina, se había adentrado en el mundo de la botánica y la medicina natural. Su cuerpo muy bien desarrollado, atlético y de piel típicamente bronceada cual latino. Siempre con una sonrisa en la boca y dispuesto a tragarse al mundo con su personalidad tan abierta, alegre y juvenil, en sus momentos libres no perdía la oportunidad de cantar y tocar la guitarra. Por su corta edad aún no conocía el amor propiamente dicho aunque si tenía una larga lista de novias informales.

La vida transcurría casi sin novedad, había días muy movidos y otros llenos de rutina. Ya tenía casi 8 meses en esa base militar, el personal era relativamente constante con muy pocos cambios en las listas, las jornadas de turnos eran de 24 por 24 para los días tranquilos y para los días fuertes el turno terminaba cuando la situación volvía a la normalidad, a veces podían pasar días o semanas así en emergencia.

Al estar en plena selva tropical, Roberto aprovechaba su tiempo libre para estudiar la vegetación y clasificar las plantas según su aplicación medicinal. Recorría diariamente la selva de manera rutinaria por lo tanto ya la conocía como la palma de su mano, entendía muy bien los movimientos del río, sabía si la lluvia sería suave o por el contrario si se volvería una tormenta tropical. Podía identificar la fauna según sus huellas y excrementos. Tenía cierta experiencia en excursiones ya que su familia poseía grandes extensiones de tierra en su país en donde se dedicaban a la ganadería.

Parte de las responsabilidad de Takumi era garantizar que los miembros del escuadro no enfermaran así que con frecuencia les hacia controles médicos y de laboratorios, les recetaba vitaminas o suplementos para evitar cualquier recaída, para algunos miembros las medicinas permanentes de hipertensión o control de la diabetes entre otras según sea el caso. Mientras atendía eficazmente cualquier emergencia médica ocurrida en la base. Meses tras meses la tensa calma dejaba pasar el tiempo. 

DOBLEMENTE CASADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora