CAPITULO 3

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... CAPITULO 3...

La noche fue larga en la mansión Uckermann, tanto Dulce como Christopher no durmieron, Dulce se pasó toda la noche llorando, sintiéndose impotente por no poder escapar de allí y a la vez se sentía estúpida ya que se estaba sintiendo atraída por su propio secuestrador, ¿se puede odiar tanto a una persona y desearla? En el caso de Dulce sí. Por otro lado Christopher tampoco durmió, le dolía como estaba tratando a Dulce pero ella no le estaba poniendo las cosas fáciles y eso le hacía actuar de aquella manera cruel y horrible.

La puerta de la habitación de Dulce sonó, y ella tirada en la cama no contexto, supo que sería Pedro ya que Christopher entraría a gritos y sin llamar a la puerta.

-Señorita Espinosa, puede bajar a desayunar.

-No tengo hambre, Pedro márchese.

Pedro siguió insistiendo pero a los pocos minutos se dio por vencido y la dejo sola.

-¿Dónde está la doctora?

Christopher grito a Pedro, llevaba esperando a Dulce más de media hora para tomar el desayuno y ella no había aparecido.

-La señorita no tiene apetito.

-Me importa poco que tenga apetito o no yo quiero que baje ahora mismo, ¡se lo exige!

-Señor ¿No cree que está exagerando?

-No me importa lo que usted piense Pedro, aquí mando yo.

Christopher furioso subió las escaleras de dos en dos, llego a la habitación de Dulce y abrió la puerta sin avisar, se calmó al verla dormida, se veía horriblemente hermosa, ¿Pero que estaba pensando? ¿Acaso se estaba volviendo loco? Su furia volvió y de un grito despertó a Dulce.

-¿Por qué no bajaste a desayunar?

Dulce abrió los ojos asustada, se encontró con un Christopher mirándola rojo de furia, si las miradas matasen ella no seguiría respirando, sintió miedo de Christopher, de su manera de ser y de cómo la trataba.

Christopher la recorrió con la mirada y Dulce recordó el pequeño camisón que llevaba puesto, enseguida se tapó con una sábana.

-¿Tengo que repetirte la pregunta?

-No

-¡¡Entonces contesta!!

El grito retumbo por toda la habitación.

-No tengo hambre.

-Aquí hay una serie de horarios que tendrás que cumplir, a las nueve se sirve el desayuno, a las dos la comida y a las ocho la cena.

-¿Qué es esto una cárcel?

-Por fin te diste cuenta. Ahora vístete y bájate a desayunar y si puede ser ponte algo más tapadito que ese absurdo camisón, pareces una fulana.

Christopher abandono la habitación mientras los ojos de Dulce ardían por miles de lágrimas que intentaban escapar y ella evitar.

Media hora después Dulce bajaba por las escaleras, Pedro la llevo hasta la sala, Christopher estaba sentado en una silla mirando el periódico, Dulce se sentó frente a él.

Chris aparto la vista del periódico y tomo su café.

-Parece que estas empezando a escucharme.

A Dulce no le hizo falta preguntar a qué se refería, se había puesto unos vaqueros y un jersey de cuello alto.

-Es lo único que puedo hacer ¿no?

Christopher sonrió con la taza de café en sus labios, bebió un trago y volvió a taparse con el periódico.

-¿No puedo salir a ningún lado?

-No.

Christopher fue rotundo y ni siquiera aparto el periódico al contestar.

-Te odio.

Fue un susurro pero Christopher lo oyó.

-Yo también te quiero querida.

Dulce no vio su cara al seguir tapada con el periódico pero supo que al hablar estaba sonriendo.

Prisionera por obligaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora