Anónimo

1_El primero siempre es difícil

La joven observó con cuidado al hombre anciano de tez pálida y cabello canoso, vestido con traje marrón y una corbata de cuadros gris. Luego, clavó su vista en el resto de la habitación: era un simple despacho con una mesa rodeada de cuadros con diplomas e imágenes de antiguos alumnos que habían triunfado en sus respectivas carreras.

-Bienvenida.- Comenzó el anciano mientras veía cómo la joven se sentaba en la diminuta silla que había delante de la mesa.

Pude percatarse de los cabellos rubios de la joven, de sus ojos azules y de su estatura de un metro con sesenta y cinco. Su rostro era lo suficientemente pálido para permitir que sus lindas pecas llamaran la atención de la gente. La forma de su cara era ligeramente alargada pero aquello solo hacía que su peinado, sujeto en una trenza suelta, le sentara mejor.

-Parece que es usted la señorita Sofia. ¿No es así?-

-Sí, señor director.- Respondió ella tímidamente sin levantar la mirada del suelo.

-Bien.- Dijo mientras comenzaba a escribir sobre una especie de formulario. -¿Podría decirme en qué es lo que quiere llegar a estudiar?-

-Derecho.- Contestó decidida.

-¿Derecho?- Preguntaba él. -¿Sólo derecho?-

La chica asintió incómoda por la mirada del anciano.

-Señorita, este instituto es uno de los más prestigiosos especializado en enseñar a gente y orientarlos hacia carreras artísticas. Un noventa por ciento de nuestros alumnos, consiguen trabajo en aquello que desean y un cuarenta y cinco por ciento triunfa de forma notable. ¿Se da cuenta de ello?-

-Sí...-

-Entonces, ¿por qué escogió nuestra escuela?-

-Pues verá, señor. Aunque vuestro instituto esté especializado en enseñar a artistas también tiene un buen personal para tratar a alumnos que quieren continuar por el mismo camino que yo.- Explicó la chica queriendo parecer educada.

El hombre clavó sus ojos oscuros sobre ella con una expresión seria.

-Comprendo.- Comenzó a explicar. -Hay dos edificios donde se alojan los alumnos, uno para hombres y otro para mujeres. Las clases, tanto las comunes como las optativas, se imparten en este mismo edificio en el que nos encontramos, al igual que el comedor interior. Los jardínes y el patio poseen una pequeña zona que usamos como comedor exterior, en el que se disponen mesas de sobra para todos los alumnos. En el exterior también se encuentran los campos en los que se realizan deportes. Usted se alojará con otra jovencita de su edad.- Añadió el señor mientras movía unos papeles. -Aquí tienes todo lo que necesitas saber.- Concluyó mientras le entregaba a la muchacha los folios que hacía un momento alborotaba.

La joven los cogió sin saber exactamente cómo iba a hacer para ordenar todo aquello y dudando sobre si debía irse o no. Miraba al hombre como si él estuviera loco debido a su extraño comportamiento, observando sus ojos penetrantes rodeados de ligeras arrugas. Salió de la sala encontrándose confusa.

*****

La joven resopló con cansancio al escuchar la alarma del mediodía puesto que comenzó a aparecer gente por los pasillos de forma exagerada. Obviamente, todos se dirigían hacia el comedor ya que era la hora de comer. Sin embargo, ella no había sido capaz de encontrar el edificio donde debía hospedarse. Al comprender que sería más imposible encontrarlo con tal multitud, decidió guardar los papeles que le había dado el director en la bandolera que llevaba colgando y sigui, como un patito, al resto de la gente.

Al igual que el resto, cogió una bandeja sobre la que se sirvió la comida que se encontraba expuesta en enormes platos dispuestos sobre unas mesas de metal en un costado de la sala. Por desgracia, el comedor interior se encontraba completamente lleno, así que tuvo que caminar hacia la puerta que daba al comedor exterior. Sin embargo, resopló de nuevo al ver que casi todas las mesas estaban también ocupadas.