8_La estúpida invitación

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Gabi golpeó con fuerza aquella colchoneta que rodeaba el tronco de un árbol en aquella cúpula escondida tras los alojamientos. De repente, la joven detuvo sus puños y se giró frunciendo el ceño al escuchar un pequeño sonido que se escuchaba de fondo, antes de sonreír sabiendo de dónde provenía.

-¡Aaaaaaaah!- Gritaba Ana.

Inmediatamente, al escucharla, Sofía corrió hasta su habitación preocupada. Nada más atravesar la puerta, observó a la joven cubierta de agua, empapada junto con sus sábanas. Luego, miró hacia la habitación de sus vecinos. Jake se mantenía frente a la ventana con un cubo de agua en sus manos mientras sonreía de forma divertida. Al parecer, la pelirroja se había dejado la ventana abierta y el vecino había decidido aprovechar la ocasión. Inmediatamente, la novata se llevó las manos a la boca intentando no reírse. Fue entonces que, al ver que Ana estaba a punto de ponerse a gritar de nuevo, el mujeriego cerró la venta para no tener que escucharla.

-¿Cómo puede llegar a ser tan infantil?- Preguntaba Iván mientras se mantenía de pie, apoyado en el marco de la puerta, perfectamente vestido y arreglado.

-Yo seré infantil pero al menos me he divertido.- Le reprochó él riendo.

De repente una voz hizo que cualquier tipo de risa desapareciera inmediatamente.

-¡¿No podéis dejarlo estar ni un solo día?!- Gritó Mykel furioso mientras cruzaba la sala y salía del piso cerrando fuertemente la puerta.

Ambos observaron la entrada impresionados y sin saber qué hacer. Simplemente, se quedaron paralizados sin comprender qué había pasado.

-¿Deberíamos...?- Comenzó a decir Jake queriendo seguirle para hablar con él.

-Mejor que no. Lleva unos cuantos días de mal humor. Estoy preocupado pero... lo mejor es dejar que él se encargue.- Contestó Dave asomándose por la puerta de su cuarto.

*****

Mykel sintió el césped sobre su piel y suspiró aliviado al sentir la soledad del patio. Como era por la mañana, la gente debería estar en sus respectivas clases y no le molestarían. Alzó la mano sintiendo la fría brisa antes de percatarse de que una figura se había sentado a su lado. No llegó a incorporarse, simplemente, observó los cascos sobre su cuello sabiendo que, si no los llevaba puestos, era porque de verdad quería hablar.

-No hay nada mejor que la soledad para sentir que nadie sale herido, ¿verdad?- Añadió Gabi sin mirarle. -¿Estás bien?-

-Sí. Estoy perfectamente.- Contestó tajantemente fingiendo alegría.

-Yo también lo estaba.- Dijo ella irónica sabiendo la respuesta verdadera.

-¿Y tú que sabrás?- Se enfadó mientras se levantaba para irse.

-¿Crees que no sé lo que es amar a alguien y que no se entere de que te gusta?- Añadió ella sin moverse haciendo que el muchacho se parara. -Sé que eso que sientes te deprime y que deseas con todas tus fuerzas estar a su lado.- Explicaba la chica.

Mykel puso los ojos en blanco antes de volver a sentarse a su lado para escucharla.

-Ignorar a la gente que te quiere ayudar no es lo mejor en estos momentos. Eso fue un error que yo cometí y que tú no debes hacer.- Aconsejó teniendo toda la razón.

-¿Cómo una persona que no me conoce puede saber más de mí que yo mismo?- Preguntó el chico aceptando las palabras de la misteriosa muchacha.

-Todos tenemos un pasado y, a veces, varias personas pueden vivir la misma experiencia.- Afirmó sabiamente.

AnónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora