Una dulce música de fondo se escuchaba por el anochecer. Era una noche poco iluminada pero se podía ver lo suficiente como para reconocer a las personas. El lugar de reunión era un edificio grande donde podían entrar los adolescentes que habían invitado que, casualmente, eran todos los alumnos del instituto. La decoración estaba perfectamente colgada del techo, había varias mesas ocultas bajo lindos manteles llenas de comida para picar y de bebidas, la mayoría llevaban alcohol. La luz de las lámparas era escasa y producía un ambiente romántico y divertido a la vez.
Desde fuera se veía un típico fiestón de adolescentes aunque, dentro, se podía observar a muchos alumnos con elegantes vestidos bailando en una parte particular que parecía la pista de baile acompañado con una pequeña zona un poco más alta que la altura del suelo donde se ponía la música, era la mesa de mezclas.
Gabi se preparaba en la parte trasera de las residencias. Se miraba en un espejo donde podía verse entera, colocándose unos bonitos pendientes colgantes de color plata. Llevaba un precioso vestido negro que le llegaba un poco por encima de las rodillas acompañado con un cinturón ancho de igual color que los pendientes. Se había planchado el pelo para aquella ocasión. Su cabello liso caía sobre sus hombros mientras dejaba caer sutilmente su flequillo hacia un lado que tapaba ligeramente uno de sus hermosos ojos marrones intensos. En su muñeca derecha llevaba una pulsera muy particular, donde varias tiras de tela negra estaban decoradas con pequeños círculos brillantes que le daba un toque moderno a su vestuario. Se colocó un colgante al que parecía tener un especial cariño. Apenas iba maquillada. Se miró en el espejo sin llegar a reconocerse, nunca se había arreglado tanto para una tontería como aquella, una simple fiesta, pero estaba orgullosa de sí misma.
Sofía se vestía en su habitación. Se enroscó un poco el pelo para que quedara más sofisticado, se maquilló para la ocasión, como era debida. Presumía de un hermoso vestido rosa palo que llevaba parte de la espalda al aire, era, quizá, un poco más corto que el de Gabriela, de un tipo de tela muy ligera. Llevaba unos preciosos tacones dorados a juego con todas sus joyas. Pendientes pequeños pero perfectamente visibles se descubrían desde sus orejas, un brazalete colgaba de su muñeca al igual que un precioso collar colgaba de su cuello. Lucía un bolso de mano de igual tono dorado que los demás complementos. Entonces, una vez lista, dirigió su mirada hacia la ventana de sus vecinos. Tras ella podía observar a un Dave bien acomodado en su cama, leyendo una especie de revista o comic como si aquel día fuera como cualquier otro.
Ana llevaba un vestido blanco, ceñido. Se notaba a qué quería ir ella, a ligar. Utilizaba unos tacones tremendamente altos para completar su conjunto que no estaba adornado con ningún complemento. Se estaba colocando uno de los zapatos dando saltitos por la habitación cuando llamaron a la puerta.
-Abre tú.- Le dijo Ana a su compañera.
La novata no tuvo más remedio que hacerla caso. Abrió la puerta y encontró a Gabi bien arreglada.
-¡Vaya! ¡Qué cambio!- Exclamó de forma positiva.
-Gracias. Tú también estás muy guapa.- Le contestó.
De repente, Ana cruzó la sala dando saltos, llamando la atención de la invitada.
-¿Necesita ayuda?- Preguntó al verla así.
-Intenta ponerse los zapatos.- Le explicó su amiga.
-¿Y por qué no se sienta?-
-Porque tengo prisa.- Añadió la chica que no conseguía ponerse el tacón.
-Tardarías menos si te sentaras.- Le aconsejó Sofía sabiendo que tenía razón.
-Yo venía a recogeros pero casi que me voy ya.- Se despedía la chica vestida de negro.
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Anónimo
Romance¿Alguna vez has soñado vivir en un cliché? ¿O vivir en un sueño eterno? ¿Vivir sin ser tú literalmente? Son temas que se encuentran aquí aunque están escondidos en una historia. Una historia de adolescentes en la que una muchacha llega nueva a una...