Prologo

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Nota de autora: en esta historia, voy a hacer la amistad de Machu y Claudio la amistad más importante de la historia. Exactamente como la amistad de Luna y Simón.

A las 13 años, Machu, Romina, Antonia, y Claudio estaban saliendo de una cafetería por un centro comercial. Es el fin de semana y querían ir por algún lado.

—Oye, ¿por qué no vamos a un antro?— propone Antonia.

—Ay no, Toni, sonó menor de edad y a Diosito no le gusta.— dice Romina.

—Entonces...¿al cine?— Pregunta Toni.

—Me late, ¿quieres venir con nosotras, Machu?— pregunta Romina.

—Yo paso, quiero ir a mi casa. Mi mamá se va a poner como loca.— dice Machu.— Claudio, ¿que prefieres a hacer?

—Depende, ¿tenés a alguien para llevarte?— pregunta el argentino lindo.

—No, no tengo.— Machu contesta.

—Mi papá vendrá por nosotras.— dice Antonia.

—Entonces....¿te molesta si te acompaño tu casa?— pregunta Claudio.

—No me molesta. Romi, Toni, te veo en lunes.— Machu se despide de ellas con besos en la mejilla como las mejores amigas que son y Machu va caminando con Claudio hacia su casa.

—Machu, te tengo una pregunta.

—Dispara, sálame.— dice Machu con un acento argentino.

—Odio cuando me imites. Bueno....¿te molestaría si vienes a comer a mi casa mañana?— pregunta Claudio.

—Güey, ¿para qué o qué?— pregunta Machu.

—Es que mañana es la fiesta de negocios de mis padres, mi papá quiere cerrar un trato con otro empresario y no quiero morir de aburrimiento. Eres la única persona que conozco que nunca me puede aburrir. Así que, boluda, ¿que decís?— pregunta Claudio.

—Está bien, está bien, asistiría esa fiesta de negocios. ¿Tengo que ponerme un vestido?— pregunta Machu.

—Es preferible. Bueno, ya estás en frente de tu casa sana y salva, señorita Salas Oliver.— dice Claudio, agachándose como todo un caballero.

—Muchas gracias, caballero. Toma esta bolsa de sabritas como una muestra de mi agradecimiento.— dice Machu, tendiéndole la bolsa.

—Está vacía, boluda.

—Lo sé, ¿lo puedes tirar por mí? Gracias.— dice Machu, abriendo la puerta de su casa y vea a sus padres besándose en el sofá.— No manchen, ahí es donde veo mis telenovelas.— dice Machu, colgando sus llaves.

—Buenas tardes a tu también, hija. La comida está lista, te queríamos esperar para comer juntos. ¿Quién te dejó a casa?— pregunta Soledad.

—Me dejó Claudio, veníamos caminando.— dice Machu, sacando los platos.

Horas después, era las 8 de la noche

Machu estaba en su cuarto, texteando a Claudio.

Machu estaba en su cuarto, texteando a Claudio

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