Darkened Soul [Supernatural]

31. Hechizos apresurados

31. Hechizos apresurados

Dedicado a ailufray

—¿Pero cómo sabían de este lugar? —preguntó el cazador de pelo castaño mirando a Eligor.

El Seguidor se movía de un lado a otro. Cuando llegaron, en la mesa de madera ya se encontraba un mantel sucio y amarillo que tenía inscripciones encima en un idioma que debía ser el enoquiano por descarte. Había un bol encima y como cinco velas alrededor.

Gabriel estaba detrás de Eligor, entregándole hierbas rápidamente mientras Belzebú miraba y se mantenía al margen. Su hermano era mejor para los hechizos que él. Sam se acercó al Seguidor que no parecía ocupado y repitió la pregunta.

—¿Cómo sabían de este lugar?

—Su otro amigo. —señaló a Gabriel, quien se detuvo y les guiñó un ojo—. Antes de que Castiel desapareciera, nos pidió que hagamos el hechizo. Habló con su voz de ángel, que obviamente ustedes no escucharon más que un pitido. Dijo que él mantendría a Moloch ocupado.

—¡Eso es suicidio! Cas no puede contra él. No sólo. —indicó Dean preocupado.

—Si hacemos esto rápido, tal vez tenga una oportunidad. —comentó el de ojos celestes mirando con misma preocupación, pero más disimulada.

—¿En qué ayudamos? —cuestionó entonces Sam.

(...)

—¿Que tú...? Dices que todo este tiempo, ¿tú eras el que tenía mi alma y no Moloch? —preguntó ella una vez más. Moah asintió—. Pero... ¿Acaso él no sabe que no la tiene?

—Soy el Cazador de Almas, Lily. Puedo disfrazar el alma de cualquiera y presentársela a Moloch como la tuya. Él no podría distinguir la diferencia mientras tenga el mismo brillo, el mismo poder.

—¿Qué alma usaste? —cuestionó, aunque no era de importancia.

—¿Recuerdas tu primer objetivo? —ella asintió—. Yo sabía desde el principio que Moloch iría tras las almas gemelas. Además de que ni bien dijo el nombre de quién era sabía que era una, era mi deber como Cazador saber exactamente las almas importantes de las no tan importantes. —Lily seguía con el ceño fruncido, pero escuchó atentamente a la historia—. Yo sí le di tu alma ni bien surgió. Pero no me sentí cómodo al dársela, quería tenerla yo. Cuando mataste a la primera alma gemela de esta realidad, antes de que su alma partiera de su cuerpo, hice un conjuro. Separé un pedacito de esa alma para intercambiarla por la tuya que tenía Moloch. Fue complicado el hechizo pero lo logré. Y él ni se dio cuenta del cambio.

—De acuerdo... —dijo ella, siguiendo las memorias y lo relatado a la vez—. Entonces... ¿Dónde está mi alma?

—Oculta. Moloch tiene tanto poder de las almas gemelas en sí que podría notar la tuya a kilómetros.

—¿Dónde la ocultaste?

—Lo oculté en un lugar donde nadie, salvo un ángel que me conozca, pueda encontrarlo. —Lily alzó las cejas, como si dijera que eso no era suficiente—. Lo oculté en mi verdadero amor.

Eso seguía sin servirle a Lily. ¿Quién rayos era el verdadero amor de Moah? Hasta hace meses hubiera creído que era ella. Más allá de cómo le observaba cuando estaban a solas, ahora que tenía sus recuerdos, se acordaba de lo que le había confesado. Que su alma no estaba destinada a estar con Castiel, al menos no desde el principio. Su alma, por obra de Dios, estaba destinada a Moah. Pero estaba la prohibición de los ángeles juntarse con humanos y luego la regla de proteger y querer más a los humanos que al mismo Dios. Regla por la cual Lucifer y demás ángeles cayeron. Entre ellos, Moah.