1. Sin ella

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1. Sin ella

Dos semanas después...

Sam estaba con su laptop en su habitación, recostado en la cama, buscando algo con lo que distraerse. Buscaba signos de Moloch, porque sabían que no habían detenido su llegada. Pero no había nada en las redes, ni siquiera un simple caso. Cerró con fuerza la pantalla de su computadora.

Ya había tenido tiempo para llorar la muerte de esa pequeña rubia que llegó a su mundo buscando ayuda. ¿Por qué Castiel la trajo con ellos? ¿Es que acaso no habían suficientes personas que murieran por su culpa? Lily no merecía las tragedias de lo sobrenatural, ella era simplemente una agradable niña que miraba al mundo con esperanza. Y ahora estaba muerta.

Se levantó apretando los labios. Unas lágrimas cayeron por su mejilla, no se preocupó en limpiarlas. Él merecía sufrir, él tuvo que morir, no ella. Él no paraba de hacer estúpidas elecciones, elegir demonios sobre su familia, haber empezado el Apocalipsis, no buscar por su hermano en el Purgatorio... Él cometió errores, ¿qué había hecho Lily? Ah, sí, confiar en ellos.

Sus nudillos estaban blancos por la presión. Sam necesitaba golpear algo, necesitaba descargarse. Y si pudiera se pegaría a sí mismo, porque él la mató. Él tuvo que haberla alejado desde el momento que supo que era su hermana, tuvo que haberla protegido como a Adam. Ya eran dos hermanos que había defraudado.

Salió del cuarto y fue a la sala de tiro. Ni se molestó en ponerse la protección de los oídos ni la de los ojos, tomó una pistola y azotó de balas al blanco. Tampoco le importaba si le pegaba a la persona o a la pared. Estaba tan enojado y triste que no le importaba.

Las balas dejaron de salir, pero él seguía apretando el gatillo, esperando que el vacío que sentía en su pecho se detuviera. Pero no lo hacía.


Dean tomó otro trago. No sabía cuántos había tomado, tal vez quince, o más. Sabía que no eran los suficientes. Él se sentía igual de culpable que su hermano, tal vez un poco más. Él había sido grosero cuando la rubia llegó a su vida, claro después salió el lado tierno y protector de él, pero al principio él había sido una verdadera perra. E intentaba no pensar en Lily, intentaba convencerse de que ella fue valiente, que estaba en un lugar mejor y que descansaría en paz.

Dos semanas sin ella. Dos semanas sin saber qué hacer de su vida, sin saber por qué seguir luchando cuando todo lo bueno a su alrededor terminaba muerto o peor. Bebió el contenido transparente. El tequila no le estaba pegando, al menos no de la manera en que él necesitaba. La agradable morocha del bar se volvió hacia él.

—No luces bien —reprochó ésta con una pequeña sonrisa. En otra situación, el mayor Winchester hubiera seguido el coqueteo y tener suerte esa noche. Pero no quería, no lo haría. Él tomó el vaso y lo empujó con torpeza a la mujer.

—Rellénalo —ordenó sin molestarse en ser menos grosero. Había perdido a otra persona en su vida, a quién le importa si era grosero o no. Tenía derecho a serlo.

—No creo que sea una buena idea... —comentó la muchacha algo asustada por el modo en que el rubio le miraba.

Dean tenía ojeras bien marcadas producto de no haber dormido bien en dos semanas, el color se le había ido del rostro, sus ojos esmeraldas que irradiaban tanta vida parecían apagados. Dean sabía que la chica no tenía la culpa de que él fuera un asco de hermano, pero aún así, ¿era tan complicado que la morocha le sirviera otro trago?

—¡Dije que lo rellenaras! —subió la voz el cazador. No se había dado cuenta, pero estaba aterrorizando a la pobre mujer.

Se había levantado, con ambas manos en la mesa del bar y dándole una terrible mirada mortal. La morocha se alejó, pronto unos brazos tomaron a Dean por la espalda, él se giro.

Darkened Soul [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora