ꪆᰰ𖡎݂ꪳ⃗ ¿Quieres pasar un buen rato con tus personajes favoritos de Boku no Hero Academia? ¡Estás en el libro correcto! Adelante, siéntete bienvnid@.
[Derechos de autor: ClarieNanami]
✦ Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Kohei Horiko...
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Poemas
Su corazón palpitaba con fuerza, mientras que sentía que de un momento a otro sus nervios iban a estallar. Estar más nervioso que nunca era decir poco, dado a que sus palmas sudorosas y la paleta de colores rojizos que destacaban sobre su piel pálida eran más que notorios. Sin embargo, ahí seguía de pie recargandose sobre la pared, observándole atentamente.
Se sentía un poco mal porque tenía la sensación de estar actuando como un acosador, pero sus ganas de seguir perdiéndo sus orbes oscuros en su compañera de clase le podían.
Sin embargo, al ver que la estudiante dejaba de hablar con Nejire y giraba su rostro en su dirección, notó como su pecho daba un enorme vuelco haciéndole estremecerse de la cabeza a los pies.
Acorralado por su evidencia, Amajiki intentó reaccionar, pero sintió como se quedaba trabado mientras sus piernas flaqueaban. [T/N] por su parte, alzó una ceja algo confusa y sacudió su mano alegremente en señal de saludo con una sonrisa, lo que causó que el de cabellos índigo sintiera su labio inferior temblar.
Cómo primera y única alternativa, lo único que se le ocurrió fué darse media vuelta para así ocultar su rostro en la fachada, sin ser consciente de que ella aún podía verle. La peli____ se quedó quieta durante unos segundos, pero se encogió de hombros sin darle mucha importancia y continuó conversando con su amiga.
Aún cuando las féminas se marcharon del lugar, Tamaki aún seguía pegado a la pared, como si esta fuera su único consuelo por haber actuado de forma tan patética. Ni siquiera él sabía porque actuaba más extraño de lo normal, pero cada día que pasaba continuaba culpandose por tener esa característica personalidad tan frágil y debilucha propia de su persona.
Una vez consiguió calmarse, suspiró volviendo a su posición inicial preguntándose que habría hecho su gran amigo Mirio en su lugar.
Hablando del rey de Roma, el rubio apareció por el pasillo tan campanche y alegre con su particular andar que lo definía a la perfección. Tamaki, al sentir que alguien apoyaba una mano en su hombro, se sobresaltó levemente pero después volvió a suspirar con un deje de alivio.
— ¿Qué me he perdido? — le preguntó el chico haciendo referencia al tiempo que había estado en el servicio.
Tamaki volteó en su dirección con los ojos ligeramente llorosos y se lanzó a abrazar a su amigo como si fuera una especie de osezno en busca de refugio y comodidad entre los brazos de su mamá. Algo confuso, Togata ladeó la cabeza hasta que escuchó al de cabello índigo tragar saliva para poder hablar.