15

11.4K 384 344
                                    

Psdt:Estamos en la recta final.

Betty corrió directo a su departamento. Aun podía escuchar el eco de la voz de terciopelo de jughead, llamándola. Ella lo había ignorado y corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron, corrió como si de ello dependiera su vida. Sólo Dios supo cómo fue el que ella se las arregló para salir del edificio y tomar el taxi de alguien más. Le aventó los billetes al conductor y le grito: "¡Conduzca!, ¡conduzca!". Estando a una cuadra de la oficina, sólo después, le dio su dirección. El conductor del taxi la vio a través del espejo retrovisor, observando las diminutas gotas de sudor que recorrían su frente, los ojos dilatados y se preguntó si estaba transportando a una ladrona o asesina. Él era de la India, un extranjero, que buscaba hacer una vida en La Gran Manzana. Encogió los hombros con indiferencia, después de todo, ella le había pagado lo suficiente, lo mismo que ganaría en una noche entera de trabajo. En resumen, no tenía nada de qué quejarse.

La rubia se apresuro a salir del taxi, agradeciendo al conductor antes de cerrar la puerta del vehículo. La entrega de la panadería estaba cuidadosamente sellada y empacada en la entrada a su departamento. Ella la tomó y entró directo a su hogar. Cerró la puerta, asegurándose dos veces seguidas, de que estaba bien cerrada. Después, arrancó todas las prendas que cubrían su cuerpo, deshaciéndose hasta del último artículo. Colocó toda la ropa dentro de una bolsa para la basura y la tiró en el bote para los desperdicios no reciclables. Ella no podía, si quiera, ver de nuevo esa ropa. Le recordaría la estupidez que había cometido. No deseaba recordatorios de lo que había hecho con jughead. Se quitó las botas y estas siguieron el mismo camino que su ropa, directo a la basura. Temblando incontrolablemente, llamó a veronica para decirle qué la veía en su casa. Por ningún motivo quería estar en su apartamento. En cualquier momento, jughead podría derribar la puerta, ella lo intuía. Tenía que apurarse y salir antes de que él llegara.

Antes que todo, primero tenía que restregar y borrar cada rastro de jughead en su cuerpo. Eso le iba a tomar un muy buen rato, mientras en silencio evocaba con detalle lo ocurrido en la oficina de él, se ruborizo profundamente, poniéndose colorada como la grana. No podía recordar una sola parte de su cuerpo que no hubiera sido tocada por su jefe. Betty gruñó disgustada consigo misma por haber permitido tanto, apenada por haber dado rienda suelta a su pasión ¿Cómo pudo haber sido tan estúpida?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué fue tan descuidada? No podría negar nunca lo explosivo y sensual que había sido hacer el amor con jughed o el hecho de se sentía ansiosa y anhelante por repetir una vez más ¡No tienes vergüenza!

Ahora, su relación se había jodido ¿Cómo podría verlo de nuevo a los ojos? No debía seguir trabajando para él. No después de lo que había hecho. Era incomodo y doloroso. Sólo había una solución.

Jughead se había duchado a toda prisa en la oficina, maldiciéndose por haber dejado que betty escapara. ¡Por dios, él era un MARINE! Poseía la capacidad para detenerla. Sabía que se había dirigido a su apartamento. Así qué se apresuró en el baño antes de entrar en su coche para ir en su búsqueda. Se percató de que ella había disfrutado de hacer el amor tanto como él. Sus suaves gemidos de placer lo había estimulado a sobre manera. ¿Por qué huyó? ¿Estaría arrepentida? Sonrió, al pensar en el modo en que ella se había entregado a él. Lo qué lo asustaba era su insaciable deseo por esa mujer. Quería poseerla de nuevo. Que tonto había sido al pensar que con sólo una vez se saciaría de ella. La deseaba más que antes. Jughead llegó al apartamento de Betty. Golpeo la puerta interminablemente... No hubo respuesta. Llamó a su móvil más de cincuenta veces y ella no le contestó. De hecho el aparato estaba apagado.

La rubia puso en práctica la mejor interpretación de su vida frente a sus amigas. El sábado por la mañana, disfrutaron de varias horas practicando patinaje sobre hielo. Lo qué requirió de toda su atención, así, su mente estaba ocupada aunque fuera por unos segundos. Su apetito aumentó a causa de las horas de ejercicio. Mientras que las chicas disfrutaban de un abundante y caliente lunch, Betty a penas y picoteo la comida. Se forzó a si misma a sonreír. ¡No deben sospechar nada! ¿Cómo pude haber sido tan gilipollas? ¿Por qué hice el amor con jughed? Lo que sea que sus amigas tenían en su mente perversa, sobre sus fantasías con el jefe. Decirles lo gráfico de la situación solo empeoraría el cómo se sentía.

𝕾𝖊𝖉𝖚𝖈𝖎𝖉𝖆 𝖕𝖔𝖗 𝖒𝖎 𝖏𝖊𝖋𝖊(𝖇𝖚𝖌𝖍𝖊𝖆𝖉)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora