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Betty entró en su oficina para escapar del frío invierno de riverdale. Odiaba el frío. Quería tomarse diez minutos para tomar su latte y comerse un muffin de manzana, era justo pues siempre llegaba temprano. Colocó su abrigo y sus guantes en el perchero, al ver su delicioso desayuno escuchó la voz demandante de su jefe.

— ¿Cómo diablos supo que ya estoy aquí?

Silenciosamente entró a la oficina de su jefe.

– Buenos días, señor jones – ella le entregó una raza de café recién preparado. Trato de ignorar lo sexy que lucía con esa camisa que se ajustaba a su torso, se concentró en no derramar el café. Claramente, había llegado hace tiempo pues su abrigo estaba en el perchero.

– ¡La esperaba más temprano! – resopló, ignorando su saludo.

Lo bueno es que había preparado la sala de juntas antes de ir a comprar su latte y muffin. Ella desvío su mirada de aquellos ojos verdes, no los resistía. Ese hombre arrogante, hermoso y sexy, era claramente el mejor espécimen masculino pero era su jefe. Él siempre estaba de mal humor antes de una junta, Betty lo sabía bien.

Jughead tomo la taza de café y bebió casi la mitad antes de hablar.

– Tienes que volver a imprimir la página seis en veinticinco minutos... Antes de que comience la junta – checo su costoso reloj antes de darse la vuelta para trabajar frente a su laptop.

– Sí señor – salió de la oficina y habló al centro de copiado para que mandaran a alguien a ayudarla. Sí tenía que imprimir documentos y volver a formar los juegos para la junta, necesitaba ayuda extra y como la asistente personal del dueño de Jones Co, podía disponer de los recursos necesarios para llevar a cabo sus tareas.

Betty terminó cinco minutos antes. Miro su latte más frío que un hielo sobre su escritorio, lo tomó y lo echo a la basura. Agarró toda la información para la junta y se fue a la sala de juntas.

– ¡betty! ¿Dónde está mi café? – Jughead Jones  entró a la sala de juntas.

¡Ya te tomaste tres tazas! Y yo ni siquiera he tomado nada

– Aquí lo tiene – ella le entregó su taza de café. Mentalmente pensó que sería buena idea colocar una máquina de café en su espalda, pues jughead  tomaba cerca de veinte tazas al día.

– Gracias, betty – finalmente, se había ganado la primer sonrisa del día. Betty apartó sus ojos de él y tomo su lugar en la esquina de la sala. Era extraño ganarse una sonrisa de él ¡Su sonrisa torcida le causaba confusión! Betty podía ser un robot para él. Desde hace dieciocho meses que trabajaba para él y nunca se había preocupado por sus necesidades como persona y sobre todo como una mujer deseable.

Jughead observó a todos a su alrededor. Todos estaban ocupados con sus conversaciones y en sus bebidas, era temprano y muchos no habían tenido tiempo para desayunar. Él los había amenazado, una sonrisa se dibujo en su boca. Comenzaría oficialmente la junta, Betty asintió, tomo su lugar en la esquina al lado de jughead. Abrió su libreta para tomar notas pero se distrajo al verlo hablar por el celular. Jughead había salido y desde dónde estaba ella podía vislumbrar su espalda ancha y su cabello negro y desordenado. Jughed se agachó por algo, dándole a Betty la vista perfecta de su sexy trasero. Ella estaba a punto de convulsionar en su lugar por lo que apartó su mirada. El celular personal de jughed sonó, salvada por la campana. Dio gracias por la distracción.

Betty contestó el celular – Puedo hablar con jughead– escuchó la voz chillona de una mujer.

Betty se rehusaba a desilusionar a la pobre mujer pues jughead no iba a tomar su llamada.

𝕾𝖊𝖉𝖚𝖈𝖎𝖉𝖆 𝖕𝖔𝖗 𝖒𝖎 𝖏𝖊𝖋𝖊(𝖇𝖚𝖌𝖍𝖊𝖆𝖉)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora