𝕾𝖊𝖉𝖚𝖈𝖎𝖉𝖆 𝖕𝖔𝖗 𝖒𝖎 𝖏𝖊𝖋𝖊(𝖇𝖚𝖌𝖍𝖊𝖆𝖉)

16

... Una semana después...

- ¡jughead!, ¿Qué haces aquí?

La mirada del pelinegro estaba perdida en el movimiento gentil de las olas, la cuales golpeaban suavemente la orilla. Él seguía igual de hermoso. Sus hombros anchos. Recordó la fuerza de ellos y de sus caderas estrechas cuando la poseyó. Esas piernas masculinas que le aprisionaron las caderas a cada envite. Esos perfectos labios que la besaron hambrientamente hasta dejarla sin sentido y aquellas espesas pestañas que enmarcaban sus ojos, mismas que no debería tener un hombre. Aun así... estaba más delgado. Los finos ángulos de su rostro mejoraron su atractivo -como si eso fuera posible- y ahora estaban más prominentes. Sin embargo, sus ojos habían perdido aquel coqueto brillo que le fascinaba a ella. Para los demás, él era frío, hostil e inaccesible. Ella creía que era característica de los MARINES, proyectar esa postura. Sin embargo, jughead era diferente. Él podía ser cálido, divertido y un... extraordinario amante. Sus mejillas se tornaron de un profundo color rojo.

-Tu madre me dijo que te encontraría en la playa -replicó él con seriedad.

¡Así que ya conoció a alice ! Betty no respondió. Se quedo observando, hipnotizada, los movimientos de las olas; cuando topaban con la arena e iban de regreso al océano. El agua salada casi le acariciaba los dedos de sus pies.

- ¿Así que te estás escondiendo, aquí en Miami?

Jughead se mantuvo inmóvil en el mismo lugar, admirando la forma en que la falda del vestido de ella acariciaba sus muslos. Sus pies descalzos. Ella tenía lindos dedos. Llevaba un lindo vestido color azul que se ajustaba como una segunda piel a su estrecha cintura. Sus rodillas estaba a la altura de su rostro, su barbilla descansaba sobre ellas. Antes de su llegada, se veía tan tranquila y relajada. Betty luchó por mantener el control de los latidos de su corazón y de su respiración que se aceleraba por estar tan cerca de él. Cuando sintió que estaba en completa calma, le dirigió una mirada rápida. Su exjefe estaba tan fuera de lugar en la playa con ese traje oscuro de diseñador, camisa blanca y sin corbata.

-No me estoy escondiendo -mintió ella.

Betty necesitaba alejarse, tomar un respiro. No podía quedarse en su departamento porque inevitablemente, jughead regresaría a buscarla. Regresaría a suplicarle de nuevo y no estaba segura de por cuánto tiempo podría resistirlo. Lo qué deseo en cuanto lo vio era enredar sus brazos alrededor de él y confesarle que no podía vivir sin él, que estaba preparada para regresar aunque sea de limpia pisos de la oficina, sólo para estar cerca de él. Era ridículo. Necesitó escapar antes de cometer una estupidez de sí misma.

Visitar a sus padres le pareció una salida perfecta. No los había visto desde hace varios meses. Con la fiera atracción hacía jughead y su constante disposición a él -aún en los fines de semana- ella difícilmente encontraba tiempo para escaparse. Aunque no lo deseara tanto. Adoraba atender cada capricho de su exjefe. Fue maravilloso trabajar para él, siempre tan agradecido, cortes y joder, más que un buen sueldo,

El año pasado, ella le había comprado a sus padres una casa pequeña cerca del mar, en Miami. La salud de su madre no estaba del todo bien con los helados y terribles inviernos de New York. Alice tenía una osteoporosis demasiado avanzada, por lo que siempre estaba cansada y parecía que su fragilidad había aumentado con su condición. Su madre amaba el clima húmedo del atlántico. Por lo que sus progenitores no le pusieron muchos peros al mudarse a Miami, parecía que disfrutaban del clima del lugar ¿quién no? Actualmente, estaban a la mitad de la primavera. El follaje de los árboles mostraba su exótico colorido. La esencia floral impregnaba el ambiente por las mañanas. El clima era perfecto para salir y el corredor de palmeras le daba un toque tropical a los alrededores. Incluso la piel blanquecina de Betty había adquirido un suave tono bronceado, perdiendo su palidez característica.