Ella se despertó de su mundo de sueños al escuchar el llamado de Jughead. Él estaba tocando la puerta de su habitación, había vuelto. Betty se levantó de su cama. Abrió la puerta y se abalanzó a los brazos de jughed.
– ¡jughead! – su nombre se le escapó de entre los labios. Las esmeraldas de él estaban abiertas de par en par, soltó sus manos. – Lo siento – murmuró betty– Es que… tengo miedo de estar con un hombre en otra ciudad y que solo acabo de conocer.
– Lo siento – susurró jughed.
– ¡Disculpa! – betty estaba confundida ante la necesidad de jughed por disculparse.
– No debí haberte dejado sola.
Betty miró su reloj, se había quedado dormida por más de una hora. Se cerró su camisón para asegurarse de que su jefe no viera que sólo llevaba su pijama y que no traía bragas y sujetador.
– ¿Aún estas cansada? – Jughead acarició la mejilla de Betty. Había sido una observación, no una pregunta.
Ella se sonrojó por las palabras de su jefe, sus dedos eran magnéticos y deseaba en el fondo que la siguiera acariciando. Su caricia le había causado que se estremeciera. Ambos se miraron fijamente, por un momento Betty bajó su mirada a los labios de jughed e inmediatamente volvió a subirla. Los ojos verdes de jughead eran hipnotizantes, profundos y seductores y eso A betty le encantaba el misterio de esa mirada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
