FINAL: JUNTOS POR UNA LARGA ETERNIDAD

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  -¿A dónde lo llevo?- me preguntó. Saqué dinero de mi bolsillo y le entregué lo triple de lo que costaba el viaje.

-Solo deme un boleto a una estación cualquiera y conserve el cambio- respondí.

Me miró perplejo y asintió efusivamente.

-Adelante, disfrute el viaje- sonrió enormemente. Solté una risita y avancé hasta tomar un lugar al fondo del terradeslizador.

Los humanos no han cambiado nada... Siguen siendo fáciles de impresionar. Aunque admito que a lo largo de los siglos, han conseguido grandes avances tecnológicos. La mayoría de esos inventos son cortesía de mi esposo.

Suspirando, me relajé en mi asiento y observé atentamente el paisaje que se ofrecía a través de la ventanilla.

Viajar como una persona cualquiera me ayudaba muchísimo en mi trabajo, de esa manera me era más fácil observar los cambios que hacían falta en el mundo humano.

Saqué la pequeña y desgastada libreta de mi bolsillo y comencé a hacer anotaciones.

"Argentina, Buenos Aires. 28 de Septiembre del 5067. Más árboles de Manzano, Crisantemos, y mis favoritos: Jazmines".

Continué en mi rutina por unas horas más, hasta que saqué mi reloj de bolsillo y me percaté de lo tarde que era.

-Debo volver a casa cuanto antes- me dije, guardando mi libreta y observando aún mi reloj.

-¡Vaya!- escuché a mi lado. Giré mi rostro y observé a un chico de unos 16 mirando con sorpresa y admiración mi reloj -¡Es impresionante!- murmuró.

-Lo es.

Levantó su mirada y la enfocó en la mía, sonrojándose abruptamente de que lo haya atrapado mirando mi objeto.

-Yo...

-Está bien- sonreí -¿Quieres verlo de cerca?- asintió efusivamente y saqué la cadena de mi traje para entregárselo.

-Es magnífico- suspiró -No quería ser un fisgón- se disculpó -Pero algo tienen los relojes que siempre me hacen mirarlos sin importar que esté haciendo.

-Mi esposo también es así- solté una risita -Definitivamente comprendería tu obsesión por los relojes. 

-Las personas dicen que es muy antiguo usar un reloj cuando tienes tu propio implante cronológico en el cuerpo, pero creo que siempre he sentido una debilidad por estas cosas.

-Ah, si... Los implantes cronológicos- asentí lentamente.

A Seung se le había ocurrido hace varias décadas. Decía que era frustrante que los humanos siempre se atrasaran en sus tareas o trabajos, por lo que diseñó dichos sistemas y los implantó en un joven empresario, que claramente, los esparció por todo el mundo y los convirtió en todo un éxito.

Ahora todos los humanos tenían una especie de reloj biológico en el cuerpo con el cual nunca se retrasaban ni desperdiciaban el tiempo.

Simplemente había sido la idea más perfecta para que realizaran todas sus actividades a tiempo.

-Es bueno saber que alguien sigue manejándose a la antigua- murmuré. El sonrió y me devolvió el reloj, que coloqué inmediatamente en mi traje.

-Bueno... En realidad, yo ya me estaba yendo, pero espero que te mantengas en esa posición- le dije mientras me levantaba.

-Y yo espero verlo algún otro día- me miró con lo que pensé, se trataba de admiración -Es usted un hombre interesante, señor...

-Kwon- respondí, y asintió. Me di la vuelta y camine por el pasillo del terradeslizador para después bajar de él -Aunque dudo mucho que nos veamos otra vez- dije una vez que estaba seguro, el no podría escucharme.

EL NUEVO PRECEPTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora