Capítulo 31: CUADROS DESCUBIERTOS

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  -Daesung, ¿estás bien?- le pregunté, acercándome despacio, pero no me respondió -Dae, mírame cariño.

Levantó sus ojos y descubrí que estaban terriblemente rojos e hinchados, signo de que no había dejado de llorar en todo el día.

-Era mi mejor amigo- murmuró, con la voz quebrada –Lo compartimos todo desde hace milenios... Y simplemente nos ha traicionado.

Con los ojos acuosos, me senté a su lado, dispuesto a brindarle consuelo, pero me tomó por sorpresa que se sentara en el sofá y recostara su cabeza en mis piernas, llorando con tristeza.

Sin embargo, acaricié su espalda y le brindé palabras de consuelo que aceptó sin problema.

Las horas pasaron, y finalmente, sin decir nada, se levantó y salió de la biblioteca, yendo a quien sabe donde.

Podía entenderlo. La desesperación y confusión que experimentas cuando te traicionan es algo que no le deseo a nadie. Piensas que cuentas incondicionalmente con esa persona y al final resulta que todo fue un engaño, una mentir.

Justo estaba poniéndome de pie, cuando Seung apareció.

-Hola- murmuró.

-Hola.

El silencio incómodo nos rodeó por varios segundos.

-Necesitará un tiempo para reponerse- dijo de pronto.

-Si... Es mejor si solamente lo dejas descansar de sus obligaciones. Tiene que pensar muchas cosas.

-Claro. Justamente eso pensaba- asintió.

Miré en todas las direcciones, excepto a él. Si continuaba con los ojos fijos en su rostro no duraría en echar a correr a sus brazos.

-Es tarde- se aclaró la garganta -Tal vez debas...dormir.

-No estoy cansado- negué, y retorciéndome los dedos con nerviosismo, eché a andar fuera del lugar.

Caminé por toda la mansión, tratando de aclarar mis emociones.

Otro guardián me había traicionado.

Aunque de cierta forma, no lo culpaba. Si repentinamente Seung tuviera que escapar por la razón que fuera, yo lo seguiría sin pensármelo dos veces.

Suspiré.

Pero ahora, la situación entre ambos es deplorable.

Me abracé a mi mismo, avanzando sin rumbo fijo.

Llegué frente al estudio de Seung y me sorprendí enormemente al ver que la puerta estaba entreabierta.

-¿Seung? ¿Estás aquí?- asomé la cabeza por la pequeña rendija, pero no obtuve respuesta.

Abrí la puerta por completo y avancé algunos pasos, con inseguridad.

-La puerta no tenía seguro, así que solo entré- dije, pero era claro que él no se encontraba aquí.

Dispuesto a marcharme, me di la vuelta y me dirigí a la puerta, cuando de repente un cuadro llamó mi atención.

Están al fondo del lugar y tenía una sábana encima, sin embargo, había una esquina descubierta. Curioso, me coloqué frente al cuadro y retiré la tela blanca.

Solté un jadeo por la sorpresa cuando me di cuenta de que era yo.

Estaba sentado en el jardín mientras bebía de una taza.

Todo había sido capturado a la perfección. El jardín, el color de cielo, las distintas flores, el juego de té... Todo.

¿Habría más de estos aquí?

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