Capítulo 11: Evolución

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A través del tornado conectaron nuestros ojos, Diane saltó hacía atrás para evitar caer por el fuerte viento, pero salté hacia ella con fuerza, antes de que se diera cuenta, le tenía agarrada por la cara, lanzándola contra la pared, la cuál atravesó hasta el aula que había tras ella. El viento se disipó con fuerza cuando yo salí del centro del tornado, dejando ver mi nueva apariencia.
-Que golpe... ¿¡dónde guardabas esa fuer...
Quedó callada, observandome, había crecido, tenía una mayor musculatura, se notaba cada músculo, tenso, pero no excesivos. Igualmente, ese no era mi mayor cambio. Era mi piel, blanca como la nieve y hecha de escamas. Miré mi cuerpo entero y luego a ella.
-¿Tú sabés algo de esto?
-¿Soy tu enemiga, y me preguntas? ¿No sabes como has hecho eso?
-Si lo supiera no te preguntaría, ¿no?
Me fijé en Sandra, que seguía en el suelo, medio inconsciente, así que fui a agarrarla y a sacarla de allí en brazos.
-¡Vuelve aquí maldito!
Diane creo dos pilares para aplastarme, pero empecé a correr hacia la ventana, y salté rompiendola, aterrizando en el patio.
-¿Estás bien?
Sandra seguía inconsciente, suspiré y ví que no tenía un solo corte a pesar de que el suelo estaba lleno de cristales rotos. Dejé a Sandra en un banco del patio, esperé a que Diane volviera, pero no aparecía, así que de un salto volví al aula, sólo para ver a Diane cubrirse en una armadura de metal de cuerpo entero.
-Veamos si puedes con esto.
Se acercó a mí, transformando sus nudillos en pequeños picos de acero, intentando golpearme con ellos. Yo esquivaba con facilidad los golpes, veía sus movimientos con claridad, y tras ver una apertura golpeé con fuerza su estómago, esta vez sí, retrocedió adolorida sin contraatacar.
-Soy capaz de dañar acero, nada mal para un chico escuálido.
Tras ese comentario me llevé un golpe en el mentón, dolió un poco.
-Pero no soy invulnerable...
Volví a centrarme en el combate, intercambiando golpes, hubo un momento que con un barrido, acabé en el suelo.
-Al fin caes maldito dragón.
-¿Dragón? Que expresión tan curiosa, ¿eso soy?
Sabía que se fue de la lengua, y por ello me atacó con más fuerza, subiendose encima mio y golpeando mi mentón repetidas veces. De mi boca brotaba sangre, pero tenía que aguantar unos golpes más, estaba distraída y no se fijó en cómo acumulaba calor en mis brazos. Sonreí ensangrentado, acabando de molestarla.
-Parece que ahora no tengo límites.
-¡TE VOY A APLASTAR EL CRÁNEO!
Elevó ambos brazos y entrelazó los dedos, creando una maza de acero macizo para aplastarme. Aprovechando que estaba con los brazos ocupados me llevé más allá de mis antiguos límites, y prendí fuego mis brazos consiguiendo captar su atención y golpearle en el mentón, rompiendo su armadura. Al ver que funcionaba golpeé su costado, obteniendo el mismo resultado y apartandole de encima mío. Ambos levantamos, y jadeando, corrimos el uno hacia el otro, golpeandonos en el pecho con las últimas fuerzas.
Mi pecho se manchó de sangre, el suyo estaba intacto, pero sin armadura. No notaba ninguna herida, la que sangraba era su mano.
-Parece que en el último momento pasaste toda tu armadura al pecho...
-Y tú... la destrozaste...
Apenas podíamos hablar ninguno, y caímos, ella hacia atrás y yo de rodillas, no quería caer, aún no.

Batalla celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora