Capítulo 29: La verdad duele

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Kai miraba perplejo como su abuelo era el que aparecía en el portal junto a Black, el mismo abuelo con el que había desayunado el día anterior. El mismo Tony que le había dado unos auriculares a la incordiante de su hermana. Su mundo se vino abajo, para él, sus dos abuelos eran las personas más justas y correctas que podían existir, y aún asi allí estaba él, junto al gigante de ceniza que había causado tanto dolor en unas pocas horas aquel día del ataque.
-«¿Qué hace aquí el abuelo?»
Anthony se giró mirando en dirección de Kai, pero no lo delató.
-Black, apresuremonos hasta las pirámides.
Este se limitó a asentir y caminar, alejándose del lugar con paso ligero.

Kai se quedó allí sentado, de piedra. Miraba a la pared en la que se formó el portal hasta que llegué con Axel.
-¡Kai! ¿Dónde estan?
-Se ha ido...
-¿Sólo estaba el?
-No, también estaba el de los portales, Black...
Me sorprendí al comprender que no hablaba principalmente de Black, que era a quien percibimos desde el principio. Axel siguió con su interrogatorio, similar a lo que siempre hace Kai, ignorando los sentimientos de los demás.
-Joder, deja de atosigarme, ¡ni que fueras mi padre!
Axel se quedó sin aliento un momento y continuó.
-¿Quién le acompañaba?
No quería incriminar a su abuelo, pero finalmente cedió a la presión.
-Era Tony... mi abuelo Anthony.
Estaba por romper a llorar, sentía como si le hubieran dado una puñalada por la espalda.

Axel quedó paralizado un segundo.
-Debemos actuar, buscaran las pirámides.
Kai lo confirmó, el profe nos miró a ambos.
-Jade os ha dicho sobre la fiesta ¿verdad?
Ambos asentimos, sin pensar en repercusiones para Jade.
-Bien, pues Jade, Zoe, Zafiro y Dante ireis a la fiesta. El resto vendreis conmigo.
Tras esto Axel se fue y Kai me miró, cada vez me parecía más humano y menos capullo. Extendió la mano hacia mi, yo le choqué los cinco.
-Nos vemos Kai, ten cuidado.
En silencio se desvaneció en una sombra.

A las chicas que estaban de compras les llegó un mensaje del profesor, pidiendo ver a Elise y Sandra urgentemente.
-«Bien, no tengo que ir de compras con esta»
Sandra se despidió con un abrazo de Jade y con dos formales besos de Zoe, no le caía muy bien y no se acababa de fiar. Finalmente quedaron solas las dos, mirándose.
-Vale, ahora que se ha ido la monjita... ¿¡Te has acostado con el profesor!?
-No se porque dices eso...
Jade tenía una sonrisa de lado a lado de la cara.
-Oh si, creeme que se nota cuando un tío ha tenido sexo.
Jade se encogió de hombros sin perder esa sonrisa, entrando a la primera tienda.
-Mira, ¿no digas nada vale? Él no solo lo hizo por tener sexo y ya... yo empecé a indagar en su vida y el en la mía, y una cosa llevó a la otra...
-Así que por eso sabías lo de la fiesta, no porque lo robaras...
Agarraba varias prendas y vestidos de fiesta mientras hablaba.
-Dejemos de hablar de mi... he oido que rompiste con aquel chico.
-Bueno... realmente...
Negó rápidamente con la cabeza.
-Si, me engañó.
-¿Cómo puede engañarte alguien con quien no sales? Sólo erais amigos con derechos.
Zoe se puso como un tomate y escondió el rostro entre las prendas.
-Vamos chica, se sincera
La arrastró hasta el probador y se encerró con ella allí.
-Esto... yo...
-¿Rompiste tú?
La rubia asintió mirandole a los ojos.
-Y eso lo hiciste porque...
-No podía dejar de pensar en otro...
Se miraron un momento en silencio y Jade se emocionó.
-¡ESTÁS COLADISIMA POR DANTE!
Zoe saltó a taparle la boca, Jade daba salitos emocionada, repitiendo todo el rato "lo sabía".
-Dios mío, ¿porque coño no sales con el? Todos notamos la química que hay entre vosotros.
-Es complicado.
-Complicado es el examen de cálculo de la semana que viene. ¿Que dificultad hay en decirle lo que sientes?
-Siempre hago daño a quien me rodea, le ofendo, hago algo que les sienta mal, soy egoísta...
Se empezó a reír en la cara de ella, no se podía creer que esa dramática sea mayor que ella.
-Mira, más daño le haces así... creeme.
-Ya pero...
-No hay peros, esta noche en la fiesta serás sincera.
Zoe volvió a ser un tomate y se escondió tras el vestido que tenia en la mano.
-Loca, es muy pronto.
-Es la oportunidad perfecta, porque vas a ir más deslumbrante que nunca.

En la otra punta de egipto yo estaba ayudando a Zafiro a encontrar un buen sastre, le apetecía llevar traje pero no había ninguno que le quedaba bien.
-¿Entonces vas a hacerlo esta noche?
Quedé callado, di un largo suspiro.
-Presiento que es hoy o nunca.
-Tu puedes, haz como en un buen manga.
Le miré incrédulo, hasta en esta situación sacaba esos temas.
-Zafiro, he leido absolutamente todos los mangas que me has dejado, y en pocos hay momentos románticos...
-Pero los hay, y lo que hay montones son discursos emocionales, y eso es lo que necesitas, vomitar tus sentimientos.
Le miré más incredulo todavía, lo que decía tenía hasta sentido.
-Mira, lo que buscábamos.
Señalé un pequeño letrero y miró, agudizando la vista porque el sol le daba en los ojos.
-Tienes ra...
Me había escapado de esa conversación dejándolo allí. Se empezó a reír bastante y entró a que le hagan el traje.
-Este chico...

Llegó la noche, habiamos quedado todos en vernos en la sala de galas del museo, así que tendría que salir vestido. Estaba muy nervioso y tenía toda la ropa desplegada por la cama, Zoe se había ido ya y no pude ni verla.
-«Y yo que me pongo ahora...»
Traje no era una opción, ni ropa normal, ya que se desgarrarian, con lo cual solo me quedaba una opción. Agarré la camisa negra y los pantalones, me miré al espejo.
-Estoy "peinado", tengo buen aliento, llevo el regalo, voy casi vestido... pero me falta algo.
Fui al armario buscando cualquier cosa, y vi una prenda de ropa nueva, un abrigo blanco y el interior negro, tenía el cuello algo alto, sin tapar la cara. También tenía detalles como diagonales negras en las mangas, a la altura del hombro, y dos iguales en la espalda. Al tocarlo, noté la misma textura que mi ropa especial.
-Zoe...

Llegué al poco rato a la fiesta y busqué a todos, Zafiro estaba borracho rodeado de chicas, riendo bastante todas, aunque también se les notaba bastante contentas. Jade estaba mirando las piezas del museo con interés, me acerqué a ella, iba con un vestido verde que resaltaba sus ojos, aunque era algo simple para ella, marcaba ligeramente su cintura y dejaba los hombros al aire, poco más era remarcable.
-Que... rara vas, te esperaba más provocadora.
-Ah, ya, Zafiro me lo prohibió... y ahí esta el, disfrutando.

Cambié de tema rápidamente, ella parecía querer divertirse.
-Te interesa egipto?
-Si, es una cultura muy curiosa, sabias que los faraones, cuando...
Deje de escuchar, vi a Zoe y captó toda mi atención, estaba deslumbrante, atraia miradas independientemente de la edad del observador. Llevaba un vestido negro como la noche, ceñido al cuerpo y con la espalda abierta hasta la cintura, se notaba que lo habia hecho ella, porque por delante, la tela solo llegaba hasta su pecho, dejando ver su escote hasta medio cuerpo, y sujetada por magia, no tenia agarre alguno a la espalda, brazos o hombros. Cuando me fijé en sus piernas ella ya venia hacía mi, el vestido era largo, con los laterales abiertos.
-«Dios mío, voy ridículo, mirala...»
-«Dios mío, se ha puesto la ropa que le hice, está increible...»
Pese a yo negarlo, esa ropa me sentaba bien, al estar hecha a mi medida, no apretaba, pero dejaba a la vista mi figura, casi dejando contar cada músculo, cada relieve.
-Hola...
-Hey...
Timidos ambos nos miramos, me ofreció una copa y bebimos, Jade ya se había ido para cuando me quise dar cuenta. Fuimos a una zona algo más alejada, aún cerca de la música y bailamos, a cada paso estábamos uno más cerca del otro, hasta que solo había unos centímetros de separación.
-Oye Zoe... quiero decirte algo.
Los corazones de ambos se pusieron a latir con fuerza, la música había desaparecido, la gente también, sólo estaba ella.
-¿Si Dante?
-Quería decirte... que me gustas. Noté química desde el primer dia que nos conocimos, y por alguna razón, no te saco de mi cabeza, me duele verte triste y me duele que intentes apartarme... se que no vas a querer nada pero... necesitaba decirtelo.
Se quedó paralizada, el rubor recorria todo su cuerpo, estaba por decir que sí, que me quería, quería decir muchas cosad, pero el miedo pudo con ella y sólo dio unos pasos atrás, alejandose.
-Yo... yo... lo siento.

Vi como se iba dandome la espalda, yo me sentí vacío, no tenía ni siquiera ansiedad, solo un profundo vacío que me acompañó hasta casa.

Batalla celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora