Capítulo 27: Rencor

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Mientras ocurría aquello en las costas de Egipto, en un sito muy lejano se podían escuchar furiosos golpes contra una saco de boxeo. Dentro de una caverna perdida en unas montañas que aún menos gente conocía se encontraba Diane golpeando un pobre saco hasta desgarrarlo. En lugar de salir arena, simplemente se partió en dos, dejando ver que realmente era un bloque macizo de caucho, y no un saco de boxeo.
-¿No va a dejarlo descansar?
A lo lejos le observaba el hombre de la tez ceniza, quien ni se inmutó por la subita aparición de Miranda.
-Black.
-Está furiosa desde su regreso del puerto, lo considera una derrota.
-¿Y el resto?
-Killian esta ya recuperado, solo tenía que alimentarse bien.
-Que tenga que hacer eso es desagradable…
Black no respondió, le molestaba la debilidad de Miranda.
-La ama te reclamaba, ¿Has respondido?
-Sólo te preocupa ella, deberías ampliar tus metas en la vida.
-Mi vida es gracias a ella, ¿Has respondido?
La rubia dió un largo suspiro, no le agradaba lo servicial e incondicional que era Black con su jefa.
-Sólo queria ver a mi padre.
El ensordecedor estruendo de unos truenos interrumpió la charla.

Unas horas antes en la misma cueva, una señora de avanzada edad caminaba observando la roca, arrastrando sus largas uñas por la pared.
-¿Me ha reclamado ama?
Miranda entró en escena deslumbrante en oposición a la anciana. Esta la miró de arriba abajo, envidiando el fuerte cuerpo de la joven, aunque no por su belleza, también indiscutible, si no por la capacidad de hacer las cosas por ella misma y no depender de subordinados, como tenía que hacer ella por culpa de su decrépito cuerpo, arrugado por el pasar de los años.
-Yo no reclamo a nadie. Yo os llamo y vosotros elegis si venir.
El comentario era muy irónico, Miranda sabía bien que podia elegir no presentarse, pero las consecuencias no serían agradables.
-¿Que desea usted?
-Me gustaría saber como va el tema de tu padre.
-Se niega a salir de su compar…
Otra palabra equivocada, a la ama no le gustaban palabras que insinuaran una relación de inferioridad.
-De su habitación.
-Miranda…
La anciana comenzó a caminar hacia ella, apartando el largo y blanco cabello a un costado. Parecía paja, era muy tieso y parecía que se rompería si se doblaba. Miranda retrocedió unos pasos.
-Saca a tu padre de su habitación, es una pieza indispensable del plan.
Asintió y se dispuso a irse, pero no quería darle la espada a la vieja. Sentía que le clavaria un puñal si lo hacía.
-Puedes retirarte.
-Si señora Lilith.
Finalmente consiguió irse, con el cuerpo tieso por el terror.
-«Debo convencer a mi padre, pero no puedo convencerme a mi misma».
Se acercó a la habitación dónde su padre se encontraba reposando, parecía la cabina de un submarino de lo cerrada y minúscula que era.
-Padre…
-No, ya estoy aquí bastante a la fuerza como para actuar bajo sus órdenes.
Miranda se arrodilló y comenzó a llorar desconsolada.
-¡Por favor! ¡Yo tampoco aguanto, pero es la única manera!
-No quiero luchar contra mi hijo.
-No es tu sangre.
-Lo acepté como tu esposo.
-Te costó hacerlo, y mira donde estamos.
-Que a ti te expulsaran de la Academia y yo me retirará no tiene nada que ver… todo es culpa de…
Miranda le tapó la boca enseguida, se notaba la expresión de terror en su rostro. Tenía miedo de ser escuchada por Lilith y su implacable siervo, Black. El padre cerró los ojos y pensó en que sería lo mejor, ceder a las plegarias de su hija y arrodillarse ante esa mujer, o seguir terco y mirar por un bien mayor.

Black volvió a mirar a Miranda tras el estruendo.
-¿Entonces lo has convencido?
-Supongo…
La poca convicción de Miranda crispó los nervios del grandullon, alzando la mano para castigarla apropiadamente.
-Basta.
Apareció el padre, parando a Black.
-Al fin apareces, has hecho esperar a la ama. ¿Finalmente aceptas?
Anthony era una de las pocas personas que realmente podria haberse opuesto a la voluntad de lilith y de no sufrir consecuencias, pero por amor a su hija decidió unirse a la causa, lo cual indicó con un simple gesto. Tras la aprobación, Black abrió un portal para ellos dos.
-Ya conoces la misión.
-A Egipto.

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