Capítulo 50: Voluntad Ardiente

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Diane alzó el vuelo mientras yo seguía acumulando energía, cantidades nunca vistas antes en mi cuerpo.
-¡Vas a romper tu generador genio!
No, no era cierto. Por alguna razón las interferencias que fastidiaban aquello que era mi corazón cesaron cuando mezclé las ondas y el plasma. Este nuevo "magma", las había quemado y fluia hasta el exterior, cubriendome de un intenso aura que estaba calentando el aire a mi alrededor.

Intentó detener mi recarga lanzando dagas de su aleación especial, que aceleradas por el magnetismo parecían balas. Solté un grito que se asemejó más a un rugido que otra cosa, causando cierta sorpresa en Diane. Con él, aumenté la potencia del aura por delante, fundiendo las dagas y desviandolas.
-Calor y movimiento… esto va a ser ya un problema.

Aprovechó que yo estaba dando forma a mi energía para cubrirse de metal al completo. Su viscosa aleación le cubrió como una segunda piel, brillando ahora los tatuajes a través de la capa metálica. A su misma vez, yo cubrí mis escamas al completo sin renunciar al aura. El intenso calor del magma me cubría, dando a mi aspecto un brillo volcánico, como si acabara de salir del cráter de un volcán en erupción. Ella concentró intensos campos magnéticos en todas sus articulaciones, sobresaliendo como picos de un intenso morado, casi electrico. Por mi parte, concentré la nueva mezcla al final de mis dedos, dando a mis manos y pies el aspecto de feroces garras.
-¿Me imitas?
-Eres buen ejemplo a seguir, ¿Qué pasó Diane? ¿Porque tomaste este camino?

Cerró los ojos recordando sus días en el valhalla, con una gloriosa armadura dorada y su espada, recta y de doble filo, forjada a partir del diente de un dragón que mató ella. Estaba frente al banquete, donde los más valientes guerreros, caídos en batalla, bebían cerveza fermentada en barriles de milenios de antigüedad, dándole un sabor digno de los dioses que compartían mesa con ellos. Estaba lleno de distintos manjares exóticos sobre una mesa de madera trabajada por los enanos más hábiles. Echó un vistazo atrás, sonriendo al ser una de las muchas valquirias que causaban tal felicidad a los valientes.

Entonces se acercó al precipicio y saltó, descendiendo al plano mortal, dónde ocurría una guerra entre humanos y drows, elfos consumidos por la oscuridad. Los humanos perdían, pero luchaban ferozmente, sin retirarse. Parecía ser que tampoco tenían salida, rodeados por barricadas de hielo. Varias valquirias aterrizaron y tocaron los cuerpos de los caídos, haciendo ascender su alma junto a ellas hasta el ansiado festín. Ella se aproximó a un hombre de unos trienta años, atravesado por una lanza.
-Ven aquí valiente... Te has ganado tu ascenso.
Su dulce voz inspiró las últimas fuerzas del hombre, alzando la mano hasta la de ella. Dispuesta a ascender, la trampa la cogió desprevenida. El guerrero comenzó a deshacerse en escarcha, rodeando su cuerpo en un pequeño tornado.
-¡¿Qué es esto?! ¡Sucio Drow! ¡Sal de tu escondite!
-¿Qué es?
Una voz ronca y burlona le habló al oído, casi susurrando.
-Las valquirias son angeles etéreos de gran poder... Sólo son tangibles cuando se acercan a extraer un alma...
Lo siguiente que supo Diane, fue como unas frías manos agarraban sus alas cerca de la base, congelando su espalda y arrancando de cuajo sus preciadas plumas doradas. El dolor fue tal que su dulce voz se desgarró para siempre con el grito, tan desolador que todos en el campo de batalla murieron, sus almas fueron borradas de los cuerpos, quedando como cuerpos vacíos, sin vida alguna.
Ella calló desolada, observando como un elfo, de piel pálida y pelo blanco, como si la vida se le hubiera acabado hace años, se alejaba con un orbe entre manos, el cual consumía lentamente. Al hacerlo, su aura creció, ganando tal poder que sumió en un estado invernal el campo de batalla hasta donde alcanzaba la vista.

Volviendo a la realidad, acabó su transformación.
-Espero que estés listo Dante.
Asentí y me impulsé hacia ella como si usara las ondas, pero el magma sumó la velocidad de la propulsión, eliminando la distancia entre ambos en cuestión de un instante. Aún asi pudo reaccionar, moviendo su brazo de forma amenazante hacia mi cabeza. Conseguí reaccionar a tiempo y evitar un buen golpe, haciendo que solo los picos de sus nudillos me rozen. Con ello comprobé su letalidad, cortaron mis mejillas con mucha facilidad, separando las escamas entre si.
-¿Cortadores de plasma? Estás yendo por todas...
Asesté una patada con todas mis fuerzas a su lateral, enviandola contra el techo. Salió del impacto impoluta, la segunda piel de metal le cubría demasiado bien.
-Antes lo he superado, debe haber algo más...

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