Extra 1: Lágrimas de Emma.

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- Harry -

-. Buenas noches Lou... .- susurre cuando el nombrado apago la luz de su mesita de noche, aun que estuviera en las sombras, su sonrisa la pude sentir como si hubiera sido mía.

-. Buenas noches Harry... Perdón por hacerte cargar las bolsas de Cindy .- solté una risa minúscula. Su cuerpo se movió entre las sabanas, acomodándose -. Y gracias de nuevo por pagar el helado... .- su voz era suave, la conocía muy bien, esa pequeña voz, titubeante y calmada, a segundos de caer en el sueño.

-. De nada Lou... .- susurre de vuelta. Y así nos quedamos en silencio.

Me mantuve con los brazos detrás de mi cabeza, escuchando como la respiración tranquila del oji-azul se iba apaciguando lentamente. Inspirando su aroma y disfrutando del calor a mi lado. Como siempre mis manos picaban por tocarlo, pero intentaba mantener la cordura mientras los segundos, minutos y horas pasaban.

Cuando moví con cuidado el hombro de Louis y este no se inmuto, decidí que ya estaba bien dormido y me levante en silencio para agarrar la manta de siempre. Salí de la habitación caminando a ciegas gracias a la oscuridad de la casa.

Después de despedirnos de la pequeña hobbit, Louis se mantuvo en un silencio profundo, lo miraba de reojo cada segundo pero no se giro hacia mi interrogativo o no le dio importancia, su mente estaba en otro lugar, aun rondaba mi curiosidad de saber que le había dicho la rubia pero no me vi con el valor necesario para preguntar, algo me dijo que Louis necesitaba su momento para relajarse y pensar. Al llegar, Emma nos resibió con un delicioso plato de sopa y un par de galletas recién hechas, después de lavar los platos y desearnos las buenas noches con un beso en la mejilla por parte suya, se encerró en su habitación nuevamente. Louis se dio una ducha rápida mientras que yo me colocaba algunas prendas como pijama, aun no entendía su afán por limpiar cada cosa hasta que brillara, sobre todo a si mismo, pero no podía decir nada ya que el olor de su cabello o la pureza de su mirada después de relajarse bajo el agua tibia siempre me quitaba una sonrisa.

Baje las escaleras con cuidado, pero algo me llamo la atención.

La luz de la cocina estaba encendida.

Fruncí el ceño levemente y me apresure pensando que alguien había entrado en el hogar de los Tomlinson, si era así, ese individuo iba a terminar de dos formas posibles:

1) Con la escoba de Emma atravesándole el orto y saliendo por su boca.

2) Con el 90% de sus huesos rotos.

De cualquier forma, no se libraría de mis puños.

Deje la manta al final de las escaleras y con sigilo camine hasta la puerta del lugar iluminado.

Con lentitud y sumo cuidado de no ser visto me asome para ver el interior. Cuando mis ojos cayeron en la persona que se encontraba en el lugar, sentada en la silla frente a la pequeña mesa donde solo cabían cuatro personas a lo mucho, mis ojos se abrieron al tope.

Emma se encontraba llorando, con varias lágrimas cayendo por sus mejillas, sollozando en silencio, con sus hombros temblando. Estaba con su típica bata blanca y su pelo recogido en un tomate desarreglado.

Sin pensarlo demasiado me adentre y lentamente me acerque a ella, su vista estaba fija en la tasa de té humeante que sostenía entre su manos, con fuerzas, casi queriendo enterrar sus dedos en la porcelana. Elevo su mirada, había sentido mi presencia.

Por un momento sus pupilas adquirieron un brillo de miedo pero rápidamente fue reemplazado por el sentimiento que anteriormente tenían: dolor. Sus ojos mieles y a la ves verdosos estaban brillosos por el agua salada, su rostro estaba libre del maquillaje que siempre usaba y su labio inferior tiritaba.

-. ¿Por qué Él? .- {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora