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Cuando llegó la comida, Nyma notó que tanto Lance como Keith no comían lo que les había servido. Después de tomar nota sobre los pedidos de otros clientes, pasó al lado de ellos y murmuró rápidamente un:

-Pueden comer tranquilos. No soy tan obvia como para ponerle algo a la comida. Además de que yo no lo cociné -dijo, lo suficientemente audible como para que sólo Keith y Lance la escucharan, antes de retirarse con la bandeja vacía.

Ambos se miraron y tomaron sus tenedores, pincharon el bistec y lo examinaron con los ceños fruncidos.

-Voy a comerlo -dijo Lance, tomando el cuchillo y comenzando a cortarlo.

Cortó un pequeño pedazo y se lo llevó a la boca, comenzó a degustarlo y miró a Keith. Él lo estaba mirando, esperando alguna reacción.

-Puedes comerlo, está bien -dijo, asintiendo.

-Pero ¿y si hace algo mientras estamos haciendo la digestión?

Lance se encogió de hombros y siguió comiendo.

-Nos quejamos.

Keith miró su plato. Suspiró y cortó la comida.

-¡Esto está delicioso! -exclamó Pidge, devorando su comida. Shiro la miraba riendo nervioso, frotando su espalda.

-Come más despacio, Katie, que te va a caer mal -dijo con suavidad.

Pidge asintió enérgicamente y tragó lo que tenía en la boca, mientras Shiro la miraba y se aseguraba de que no empezara a toser o algo.

Tardaron más de la cuenta en comer todo. Los platos eran relativamente grandes y no podían acabárselo, pero intentaban hacerlo.

-¿Quieren postre? -preguntó Omar, poniendo una mano sobre su panza-. Yo estoy lleno. Pero quizás alguno sigue con espacio.

Todos negaron. Estaban tan llenos como él. Si seguían comiendo, iban a reventar.

-¡Mesera, la cuenta! -exclamó Omar, alzando su mano.

Nyma se acercó a ellos, juntó los platos, se fue y volvió con la cuenta. Omar le extendió su tarjeta de crédito y pagó todo el almuerzo.

Luego de hablar un rato y esperar a que bajara la comida, se despidieron en la salida del restaurante y cada uno se fue por su lado.

-¿Vamos? -preguntó Keith, extendiendo su mano. Lance la miró y subió la mirada a su rostro. Le sonrió y la tomó.

-Vamos.

Subieron a la moto, se pusieron los cascos y Keith arrancó. Lance se dio cuenta que no lo llevaría a su casa como habían quedado, porque para eso tendría que haber doblado en la primera esquina. Estaban yendo derecho. Se limitó a observar el recorrido que hacía Keith. Por ahí era un nuevo camino, más corto y que Keith quería probar.

Sin embargo, unos minutos después, Keith los detuvo frente a un enorme edificio, muy lujoso. Se sacó el casco y se bajó.

-Vamos -dijo con una pequeña sonrisa, volviendo a extender su mano a Lance.

Lance se sacó el casco, agarró su mano y entraron a aquella gran edificación.

-Buenos días, señor Kogane -dijo la recepcionista cuando se acercaron a ella.

Lance frunció el ceño. ¿Ya lo conocía?

-Hola, ¿ya está listo? -preguntó, apoyando los codos en el escritorio. Lance se limitó a observar detrás de él.

-Sí, ya pueden subir -respondió la secretaria, tecleando en su computadora y extendiéndole una tarjeta.

Keith la agarró, volvió a tomar a Lance de la mano y lo arrastró al ascensor. Lance estaba en silencio y confundido, quería hacerle mil preguntas pero lo conocía y sabía que no iba a responderle nada.

Una vez adentro, lo soltó y tocó el botón número 5.

-Cierra los ojos -murmuró, girándose hacia él hasta que sus rostros quedaron enfrentados.

-Pero...

No lo dejó terminar y le tapó la boca con dos dedos.

-Es una sorpresa. Sólo ciérralos. Te gustará -insistió con suavidad.

Se miraron en silencio. Keith lo miraba con cariño y amabilidad. Sintió que sacaba los dedos de sus labios y suspiró.

-Bien.

Lance cerró los ojos con un poquito de desconfianza. Cuando se detuvo el ascensor, Keith tomó su mano y comenzó a guiarlo, cuidando de que no chocara con nada.

Un ruido electrónico hizo que Lance se estremeciera. Escuchó una puerta abrirse, y el silencio inundó sus oídos. Comenzó a desesperarse por no poder ver y no escuchar nada. Podría haber abierto los ojos, pero algo le decía que no. Y que debía esperar a que Keith le diera la orden.

Se sintió jalado y la superficie de baldosas que pisaba cambió a ser de madera.

-Abre los ojos -murmuró Keith, cerrando la puerta detrás suyo.

Lance abrió los ojos y vio a su alrededor. Comenzó a girar sobre su cuerpo, moviendo las piernas y desplazándose.

-¿Qué es este lugar? ¿Dónde estamos? -preguntó, sin dejar de admirar el lugar. Se veía tan lujoso, puro y limpio como el exterior del edificio.

Un enorme sillón decoraba el living. Adelante tenía una televisión enorme. Lance no sabía con exactitud cuántas pulgadas tenía. Muebles grises, paredes de tonos azules oscuros, algunos almohadones bordós, negros y blancos...

Miró la cocina. Blanca y negra.

Keith lo abrazó por la espalda.

-En nuestro nuevo hogar -contestó.

Mullet 3 [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora