En el trayecto a su casa, Lance estuvo pensando en aquel beso -aunque había sido más un roce accidental que un beso-. Como su mente no daba para tanto, no se dio cuenta de que Keith había corrido la cara a propósito. Sus emociones lo habían cegado tanto que no era consciente de la realidad, pero así era mejor.
Así lo quería Keith.
Hablando de él, cuando llegó a su apartamento, lanzó la mochila al sillón y se sentó, escurriéndose hacia abajo y suspirando. Estaba muy cansado y no procesaba que se había besado con Lance.
-¿Cómo te fue en la cita?- preguntó Krolia, saliendo del baño.
Keith sonrió ladino y se sentó bien. Su mejor amiga se acercó a él y se sentó a su lado.
-Pues- se encogió de hombros-, bien. Ah, y, para que sepas, no fue una cita- contestó, mirándola serio y remarcando la palabra "cita".
Krolia arqueó una ceja, mirándolo con burla. Y él supo que, por más que se lo recordara a cada rato, aquella idea no saldría de su cabeza.
-Tu cara dice lo contrario- contestó ella. Keith bufó-. Cuéntame todo, cada detalle- insistió, mirándolo con una hermosa sonrisa.
Keith suspiró. No podía resistirse a ella.
-Está bien- dijo, y comenzó a relatar todo.
Ella lo miraba con atención y lo escuchaba en silencio, hasta que su mirada expectante cambió a una impaciente cuando Keith calló a mitad del relato.
-¿Y? ¿Qué pasó?- insistió, dándole un empuje a seguir.
Keith ladeó levemente la cabeza.
-Umm... No sé si debo contártelo.
Krolia abrió la boca.
-¡Pero por qué! ¡Hazlo, hazlo! ¡Keith, no me dejes con la duda!
Keith rio y se cruzó de brazos.
-¿Qué tengo a cambio?
-Mi atención.
-No quiero que grites.
-No voy a gritar- se defendió.
Keith rio y Krolia seguía mirándolo con insistencia.
-Bien- dijo, sonriendo suavemente-. Nos besamos.
Krolia guardó silencio unos segundos, procesando la información. Keith rio cuando abrió los ojos como platos y sonrió con locura.
Ella saltó del sillón e hizo un gesto con la mano, volviéndola un puño y moviendo el brazo de arriba abajo, en señal de felicidad y orgullo.
-Estás loca, me das vergüenza- protestó Keith, tapándose la cara.
Krolia lo ignoró y siguió festejando.
-¡Esa fue tu primera vez en un salón de juegos, y fue con Lance! ¿Qué mejor experiencia que esa?- gritó la chica, saltando en su lugar.
Keith rio, viéndola ir de acá para allá como si fuera un conejo. Estaba más feliz que él, por Dios.
-No es para tanto- la chica volvió a sentarse y a mirarlo con atención, pero sus ojos brillaban con emoción-. Además, ahora sé que le gusto- Krolia se tapó la boca con asombro-. Se le escapó un piropo, igual que a mí.
Krolia dio una profunda bocanada de aire.
-¡No! Pero ¿él sabe que te gusta?
Keith sonrió y comenzó a jugar con sus dedos.
-Creo que no. Eso espero.
...
Al día siguiente, Lance se despertó y de inmediato tomó su teléfono. Se rascó los ojos y llamó a Allura. Debían encontrarse en el centro ya que ella le había pedido que la acompañara a comprar ropa.
Un tono.
Bostezó.
Dos tonos.
Y contestaron.
-¡Lance, buenos días!- contestó animada la chica. Lance se rascó la cabeza, aún sin terminar de despabilar.
-Buenos días- respondió.
-¿Te parece encontrarnos ahora?
Lance miró la hora en el reloj de su mesita de luz. 12:39 a.m.
-Acabo de despertarme, pero, si quieres, ya me cambio y voy para el centro- contestó, incorporándose y buscando con la mirada la ropa que había usado el día anterior. No pasaba nada si usaba la misma prenda durante dos días seguidos, ¿no?
Se encogió de hombros, se levantó de la cama y se agachó para levantar su jean tirado en el suelo.
Allura rio y Lance sonrió levemente.
-Me parece perfecto. Ya salgo de mi casa. ¿Nos vemos en la plaza?
Lance hizo un sonido afirmativo con su garganta.
-Bien.
-¡Okey, nos vemos en un ratito!- dijo la chica, dando por finalizada la llamada.
...
Mientras caminaba al centro, seguía pensando sobre si decirle a Keith que le gustaba o no. Aunque, bueno, aquel "error" (cuando le dijo que se veía lindo) en la sala de videojuegos, había dejado un claro indicio sobre sus sentimientos por él. Asimismo, Keith también lo había dicho, por lo que Lance sospechaba un poco.
Por lo que, bueno, intentaba no ilusionarse para nada.