Erik
Edgard me abraza entusiasmado porque al fin encontraremos a los niños. Por tanta emoción, y tomándose otro riesgo, me besa. Es la tercera vez que lo hace, pero en esta ocasión no me niego ni me aparto, sino que le correspondo. Sentí el impulso de hacerlo, fue más fuerte que yo. Sinceramente este último tiempo no le ponía entusiasmo a nada, pero con él es diferente, su alegría trasmite felicidad. Sin darme cuenta, mientras pase tiempo con este chico, comenzó a atraerme.
Un hombre.
Creo que no me percaté hasta que empecé a sentir celos de ese tal Russell, que no soporto ni nombrar. De hecho intenté ignorar la situación y seguí como si nada. Creí que solo estas cosas pasaban en novelas.
Me alejo, aturdido por su tentadora boca, mientras finjo que no ocurre nada y él se muerde labio inferior, es cuando se le nota que sus mejillas se han ruborizado.
―No vuelvas a hacer eso ―digo en tono bajo y me giro hacia la puerta para no ver su cara de decepción ―. Vamos buscar a esos niños.
Al llegar al lugar, el rubio se sorprende, el sitio donde se localizan los niños, es nada más ni nada menos que algo muy normal. Una guardería. Juegan tranquilamente con la mujer que los cuida y es entonces cuando vemos salir a Julia de allí, así que Edgard va directo a enfrentarla.
―¿A qué estás jugando? ―exclama indignado y ella sonríe.
―Cuanta desconfianza ―se burla ―sabes que están mejor aquí, y aun así quieres intervenir.
La señala.
―No tomes las decisiones de sus padres.
―No lo hago, puedes retirarlos cuando quieras ―Se gira en dirección a donde al parecer está estacionado su auto ―. Si me disculpan, tengo asuntos que atender ―se despide.
―¿Y ahora qué? ―pregunto yo mientras veo como la mujer castaña se retira.
―Mejor llamo a Eiden ―Bufa Edgard y saca su celular del bolsillo para marcar rápido el número.
La conversación no es muy larga, su hermano le da su consentimiento para que los niños estén en la guardería y la cara del rubio es de confusión ante tal respuesta, pero luego su gesto se vuelve pálido, cuando le cuentan la razón y la llamada finaliza.
―¿Qué te dijo? ―cuestiono ya que no termine de escuchar.
Baja el celular de su oreja despacio y gira su vista a mirarme de la misma manera, por la sorpresa de la noticia.
―Rosa Negra ha secuestrado a Merche.
William
Tirarse de un barco en movimiento es de locos, tirarse con muchas armas apuntándote aún más y tirarse con tu enemigo mortal, ya es otro límite. No me malentiendan, es toda una hermosa sirena esa Yasmira, pero aunque sea mi tipo de mujer, se ha convertido en un problema y en una carga. Primero porque la tengo de rehén, a pesar de que ya no pertenezco a la Logia, segundo porque no puedo mirar esas buenas piernas estando en pareja y tercero, el tercero ya se me olvido.
Me mantengo sentado en un sillón viejo y desgastado, de una fábrica abandonada cerca del puerto. Conocía la ubicación, ya que S. debe tener muchos escondites, por seguridad e incognito más que nada. Las bellas piernas de esa mujer caminan hasta mí, se sienta sobre las mías, y me agarra el rostro con sus delicadas manos.
―Estoy aburrida ¿No vas a torturarme, violarme o matarme? O quizás quieras hacer los tres en ese orden, ¿qué me dices?
―Que estás loca ―Me río ―¿Quién en su sano juicio pide tal cosa a su secuestrador? Deberías decir: ¡Libérame! ―Amplio mi sonrisa.
―¿Dónde está la parte divertida en eso? ―Se inclina a besar mi cuello ―Que rico perfume, te lo robaste de uno de los camarotes del barco ―Hace una risilla.
No estoy terminando de entender a esta mujer, ya la revisé, no tiene ningún cuchillo oculto, así que matarme no quiere.
¡Hay que aprovechar! –grita la voz agresiva y mis manos pasan bajo la falda de la rubia, pero las quito cuando Will me reprende.
¿Estás loco? ¿Y todo lo que nos costó estar con Hanna no cuenta? –me dice la voz pasiva –Muy bien, ahora bájala de tus piernas.
Voy a hacerlo pero S. no me deja, entonces me quedo sin mover ningún dedo porque discuten en mi cabeza y no sé qué decidir, así que la que actúa es la realidad, en este caso la rubia candente que está encima de mí.
―¿Por qué eres tan sexy? ―Desabrocha mi camisa mientras sigue besando mi cuello ―Tan, deseable ¿Sabías que iba a comprarte? ―me comenta.
Me río.
―Ibas a participar en la subasta, que linda. Aunque ahora soy el asesino de tu hermana ¿Estás segura que quieres? ―le aclaro.
―¿Sabes? ―Baja de mis piernas y se agacha en el suelo, abriendo el botón de mi pantalón ―Dicen que las gemelas, trillizas, ese tipo de hermanos son muy unidos, pero yo no lo creo así, mi familia es muy desunida.
―Comprendo el sentimiento ―opino mientras veo como baja parte de mi bóxer dejando mi pene al descubierto.
Hay una pelea interna dentro de mi cabeza, mis voces discuten por dejarla hacer, satisfacerme. Decidir es tan complicado, teniendo dos cabezas en una. Algún día tengo que elegir yo, mierda. Pero me abandoné a mí mismo en mi iniciación, me cuesta pensar, siendo tan dependiente de estas dos ilusiones. Una moral y la otra inmoral. Necesito decidirme, pero quizás cuando lo haga sea demasiado tarde, ¿o no?
Oigo el seguro de un arma.
―Aleja tu asquerosa boca del deseable pene de mi prometido ―Mi antigua protectora llega apoyando el arma en la nuca de Yasmira.
Sonrío.
―Hola, Julia ¿Cómo me encontraste?
―Ya sabes que eres mi obsesión ―aclara y luego mira a la rubia ―¿Qué esperas? Levántate ―La golpea entonces no le queda otra que pararse ―Y tú guárdate eso ―me reprende, así que subo la tela de mi bóxer, además de cerrar la cremallera de mi pantalón.
Me arruinó la diversión –se queja S. en mi cabeza y Will se ríe.
―¿Y ahora qué? ―Me levanto del sillón ―¿Vas a entregarme a Bastián? Ya que me encontraste.
Se ríe.
―Con lo que me costó fingir que no te buscaba, ni loca ―Se gira ―. Nos vamos a una subasta.
Agarro el brazo de Yasmira y sigo a Julia.
―¿Qué quieres decir con eso? Ya me escapé de esta ―Me río.
―Como te conozco tan bien, sé que irás a buscarla, así que mejor que te acompañe para que no hagas ninguna estupidez.
―Continua ―le digo para que prosiga lo que quiere contarme.
―Mercedes Becker es la carnada en la subasta para poder atraparte.
Oh ahora entiendo todo. Aunque pienso, que lo que no sabe Rosa Negra, es que hay varios que irían a buscar a mi querida amiga, Merche. Ahí sí que se equivocaron, novatos.
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Perversa Oscuridad: Conquista [#5]
Action"El cielo es el infierno" Por: Viviana Valeria V.