16: Decepción

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Merche

Ni Malya ni Hermes se dignan a atenderme, así que salgo del hotel, estando furiosa. Camino a paso fuerte, llena de indignación. No dan la cara, cobardes. Presiono los puños y sigo mi camino. Debo aceptar que todos en mi entorno son unos traidores, pero ya me tienen harta. No soporto a nadie. Mi tolerancia es cero, se acabó.

Paso por al lado de un coche estacionado, creo que hay una persona dentro pero como tiene los vidrios polarizados no estoy segura, y llego a casi a la esquina de la cuadra. Entonces varios vehículos bloquean mi camino y el de toda la calle. Haciendo como un bloque para que nadie pueda pasar, ni enterarse de lo que ocurre alrededor del lugar. Se encuentra tan sincronizado su accionar, que te das cuenta que no son aficionados, están preparados como todo unos profesionales.

Los que bajan de una camioneta quieren secuestrarme, agarro mi arma que esta oculta en la parte trasera de mi pantalón de jean y les disparo. Vienen otros más y también los golpeo. Se acerca uno, lo agarro de los hombros, y le pego en su entrepierna. Otro que viene, lo casco con mi arma, que ya no tiene balas. Me quedan dos, pero al ver mis movimientos, se piensan mejor los suyos y ahora la que recibe una herida soy yo. Tropiezo, por la fuerte patada que me dan, pero oigo dos disparos y me levanto del suelo, viendo a ambos muertos. Abatidos, casi todos los integrantes del ataque, sin contar a los muertos, deciden retirarse.

Me giro a ver a la persona que sale del auto que tiene los vidrios polarizados y me encuentro con esos ojos grises.

―¿Me estás siguiendo? ―opino con asco ―Que repúgnate ―Me sobresalto cuando se acerca y entonces se detiene, me observa serio ―. Clow, mantén la distancia o la pagaras caro ―amenazo.

Sonríe.

―¿Otra vez? Ni un gracias.

Frunzo el ceño.

―Nunca voy a agradecerte nada, no mereces ni que te mire, deberías estar en la cárcel, asqueroso ¿Qué mierda quieres?

Baja la vista, pensativo y luego la sube para volver a observarme.

―Estoy de incognito en Rosa Negra, oí que querían secuestrarte y vine para ver si estabas bien, eso es todo.

―Bueno ―Bufo ―ya te fijaste, ahora vete.

―No me quedare tranquilo, dejándote así.

―Y yo no me quedare tranquila, si estás cerca, lárgate de una vez ―Me giro para irme y me agarra del brazo, al sentir la sensación de su roce, me suelto de una manera brusca y alterada ―¡No me toques! ―le grito, respirando agitada ―Aléjate, no quiero saber nada de ti.

―Gatita... ―Me mira como con tristeza, preocupación o arrepentimiento, ni idea, no me interesa, lo interrumpo.

―No me llames así, que asco. Si no vas a decir nada útil, mejor que te largues, no me hables más ―Siento la presión en mi garganta ―. Vete, vete lejos, muy lejos de mí.

―Lo siento yo...

―No me interesan tus disculpas ¿Qué quieres? Si pretendes hacer una de tus artimañas, inténtalo y ya verás, te destruiré ―lo amenazo de nuevo y él niega moviendo la cabeza.

―No... no estoy intentando secuestrarte o algo así ―dice en tono bajo ―yo solo quería...

―Tú no puedes pedirme nada Clow, solo... ―Mis ojos se humedeces ―solo déjame en paz. Si no puedo vengarme de ti, al menos te deseo lejos, eso es lo que quiero ¡Lárgate! ―le grito de nuevo pero no se va.

Perversa Oscuridad: Conquista [#5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora