10: Traición

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Edgard

Respiro en profundidad, pero de repente noto que alguien toca mi brazo, así que abro los ojos despacio, encontrándome con el pequeño Matthew. Me siento y me refriego la cara con una mano. Luego de alejar mi cabeza de la almohada de mi cama, estiro los brazos y bostezo, para después mirar al niño. Entonces rasco mi cabeza.

―¿Qué sucede? ―Él hace unas señas que no logro entender, así que entrecierro los ojos, luego observo el reloj ―¡Cielos, es re tarde, me quede dormido! ―expreso alarmado.

Teo y Danaya no me han dejado descansar en toda la noche. Hasta que logre dormir a esos pequeños se me hizo muy tarde. Lo bueno es que no tenía que hacer nada importante hoy, así que me relajare un poco y hare todo desde la computadora, para mañana salir.

Si es que los padres de estos niños aparecen.

―¡Bueno, a ser positivo! ―exclamo muy animado levantándome de la cama ―¡¿Quién quiere desayunar?!

O almorzar en todo caso.

Matthew alza la mano haciendo saltitos, dando a entender que eso es lo que quería. Voy hasta la cocina y me sigue. Bueno, al menos los otros dos duermen, sino estaría siendo un mal niñero. Sirvo cereal en un tarro sobre la mesa, se lo doy al pequeño, este se sienta en una silla al igual que yo y come apresurado.

―Tranquilo ―Me río y le doy un vaso con yogurt ―toma, aquí tienes ―Sonrío y agarro el control remoto de la televisión ―¿Quieres ver dibujitos? ―le pregunto y este asiente.

Eso lo entiendo perfecto.

Voy cambiando de canales, buscando el de niños y a medida que avanzo cruzando los de noticias empiezo a detenerme. Todos hablan de lo mismo, un tren, un tiroteo y una explosión en una fábrica abandonada.

¿Qué está pasando?

Miro un segundo al niño y cambio a un canal de dibujitos. Dejo a Matthew mirando, entonces voy a agarrar mi laptop para revisar esa información.

El tren se llama Mayden. El primer apellido de la familia T.

No hay error, es el mismo ferrocarril al que me aviso Eiden que iban a subir cuando viajaban en el avión ¿Sera que estaban allí cuando ocurrió todo? Si es así, esto va de mal en peor. Las autoridades podrían interceder y ya que está toda la prensa metida, no habrá forma de ocultar nada.

El timbre suena y me sobresalto, cierro rápido la tapa de mi notebook, entonces me levanto de me asiento para ir a atender. Al abrir la puerta, sé que todo se acaba de complicar.

―Tenemos una orden de cateo ―dice un oficial y otros más entran como si nada a mi casa, empezando a revolver todo.

―Oigan, hay niños aquí ―me quejo.

―Va a tener que acompañarnos.

―Pero...

―Debemos hacerle un interrogatorio en la comisaria, así que...

―Oficial Grimaldi ―oigo esa voz detrás de mí y mi corazón se acelera ―yo me ocupo de los interrogatorios, no quiera hacer mi trabajo.

Me giro a mirar a Erik y sonrío como bobo.

―Hola.

―¿Tienes a alguien para que cuide a los niños? ―pregunta el detective que me vuelve loco de amor.

Perversa Oscuridad: Conquista [#5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora