Madeleine
Miro el espejo roto del cuarto en el que estoy encerrada, hay cristales esparcidos por todo el suelo, la cama esta revuelta pero no me acuerdo la razón, entonces vuelvo a observar los vidrios, mi memoria regresa y se va a cada instante, es muy extraño. Agarro un cristal e intento unirlo con otro, es como si lo pegara y se rompiera de nuevo, una y otra vez sin detenerse.
Me sobresalto cuando oigo ruido, entonces dejo de estar en el trance que mi mente me mete en muchas ocasiones. Hay gritos del otro lado de la puerta, pero no son quejidos de sexo, eso los escucho seguido, son como gente asuntándose, tienen miedo por los disparos. Yo hace tiempo que le perdí el temor a las armas, no me importaría que me apunten con una, ¿o sí?
La puerta que estuvo cerrada durante tanto tiempo se abre, veo a las fuerzas especiales de la policía comenzar un tiroteo con los guardias del prostíbulo, un oficial se me acerca y lo observo quedándome quieta, muy pero muy callada.
Estoy confundida, nunca habían abierto esa puerta, jamás, solo Raid lo ha hecho, no comprendo que sucede.
―¡Señor Crager! ―grita un agente y me sobresalto ―¡La encontré!
Un hombre de traje que no tiene nada que ver con la policía, entra al cuarto en el que he estado confinada durante tanto tiempo, mira mis acciones con sus ojos claros, toma mi muñeca cuando retrocedo.
―Tranquila ―me dice ―estoy aquí para protegerte ―Alza una mano y el oficial le da una tijera, bajo la vista viendo que corta mi pulsera marrón, entonces reacciono.
―¡¿Qué haces?! ―grito asustada ―¡¡Raid se enfadara!! ―Forcejeo pero es demasiado tarde, la cinta está rota y en el suelo ―¿Qué has hecho? ―expreso nerviosa y mis ojos se humedecen.
Me estremezco cuando toca mi mejilla, seca mis lágrimas con su pulgar, cuando ya han empapado todo mi rostro.
―Ya no puede hacerte daño, tranquila ―insiste con eso ―¿Hace cuánto que no lo ves? ―su pregunta es confusa para mi cerebro ya que por momentos creo que ha sido ayer y otros hace años.
―Yo... yo no sé... ―Miro los cristales ―no se pegan ―le aclaro.
―¿No se pegan? ―pregunta intentando entender.
―Algunos no ―contesto.
―¿Puedo preguntarte algo? ―exclama y asiento ―¿Quiénes son Hermes, Demián y Edgard para ti?
―Mis... ―balbuceo ―mis hijos.
―¿Quién es Clow?
―El hijo de Leandra.
―¿Quién es Eiden?
―No conozco el nombre de su madre ―Bajo la vista ―era una prostituta, ella se suicidó, era débil, yo no lo soy ―digo pensativa.
―Lo sé ―Hace una pausa ―. Te haré otra pregunta y necesito que me ayudes, ¿de acuerdo?
Alzo la vista a mirarlo.
―De acuerdo.
―¿Conoces los orígenes de la Sociedad de las Letras?
―Sí... ―digo en un tono leve ―conozco cada detalle.
―¿Sabes cómo comenzó?
Sonrío.
―Con una letra.
―¿Una letra?
―Sí, la A.
―¿La A?
―La A de amor ―Dejo de sonreír ―, y la M de muerte.
Me quedo tildada en silencio mientras los hombres continúan hablando, dicen algo de llamar a un psiquiatra, y a diferencia de a las demás prostitutas, a mí me llevan a otro lugar, ya que al parecer el señor Christofer quiere averiguar más sobre mis delirios, aunque si entras ahí, solo puedes encontrar oscuridad.
Continuará...
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Perversa Oscuridad: Conquista [#5]
Action"El cielo es el infierno" Por: Viviana Valeria V.