Merche
La puerta de mi casa está forzada y abierta. Entro rápido pensando en lo peor, entonces descubro que todo está revuelto al entrar. El pendrive que se encontraba en mi computadora se lo han llevado. Avanzo entre todo lo tirado y roto, empezando a ponerme más nerviosa.
―¿Eiden? ―Doy varios pasos buscándolo ―¿Niños? ―Me acerco a la puerta y abro el cuarto de mis hijos ―Danaya, Teo ―No se encuentran en sus cunas.
¿Dónde podrán estar?
Cuando comencé toda esta travesía contra las redes de trata, sobre todo la Sociedad de las Letras, ni siquiera se me cruzo por la cabeza que llegaría a tener una familia y que tendría que preocuparme porque estas cosas pasaran. Cuando hay seres queridos de por medio no debería existir la venganza, le trae problemas a ellos, pero ya es demasiado tarde para arrepentirse.
Maldición, ¿y ahora qué?
Oigo el sonido de un coche de la policía y es entonces cuando visualizo a un oficial acercarse hasta la puerta abierta.
―Mercedes Becker, queda usted arrestada por el ocultamiento de un delincuente ―¿Se refiere a Eiden?
Mierda, creo que esto tiene que ver con que me hayan robado el programa prohibido, no puedo dejar que me arresten, aunque haya pruebas o no en mi contra si mi nombre está registrado, para ellos siempre seré culpable, ni un abogado podría salvarme.
Inclino mis manos para las esposas, pero lo golpeo cuando se distrae, entonces escapo corriendo por el pasillo. Debo descubrir quién tiene el pendrive y detenerlo antes de que arruine todo lo que conseguí. Tengo que estar a tiempo, no puedo perder. Solo espero que Eiden haya logrado huir, junto con nuestros hijos.
Edgard
Tomo una taza de té mientras estoy sentado al lado de Erik en una de las sillas de mi living. Lo miro enamorado mientras él toma un sorbo de la suya y mira tranquilamente su celular. Sus ojos avellana se giran hacia mí, entonces me sonríe, así que mi corazón se acelera.
―¿Sucede algo? ―pregunta tranquilo.
―Solo quería saber... ―Siento mis mejillas arder ―¿Cómo estuvo lo de anoche? Necesito conocer tu opinión ―Me muerdo el labio inferior.
Aunque en realidad quería saber cuándo repetimos.
―¿Tú qué crees? ―responde con otra pregunta.
Me sonrojo.
―¿Qué? Eso no vale, yo pregunté primero, además yo no soy el primerizo aquí, porque pudé haber hecho algo que resultara desagradable.
―Recuerdo haberte dicho en la cama, que jamás me podrías parecer desagradable ¿No me creíste? ―Toma otro sorbo de su taza ―¿Acaso piensas que te mentí?
Con todo lo que me hiciste, no creo.
―No es eso, es que me preocupa nuestra relación.
―¿Qué te preocupa? ―Alza una ceja y baja la taza ―¿No cumplí con tus expectativas? Lo siento, estoy aprendiendo ―Frunce el ceño.
―¡¡No es eso!! ―expreso nervioso ―¡¡Estuviste estupendo!! De hecho solo pienso en repetir ―Siento que mi cara se ha vuelto en completamente roja ―pero también creo que hay que aclarar otras cosas.
―Te refieres a nuestros trabajos ―dice al entender, a la vez que se levanta de su asiento, entonces de repente me sube sobre la mesa ―. No te preocupes por eso ―Comienza a desatar los botones de mi camisa.
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Perversa Oscuridad: Conquista [#5]
Akční"El cielo es el infierno" Por: Viviana Valeria V.