Edgard
Dejo de hablar con Neill en uno de sus antros de mala muerte, ya que le traje el dinero que Eiden me pidió, me retiro, pero al salir del cuarto escondido que da directo al bar, Russell me bloquea el paso en la puerta. Mi buen humor se esfuma, aunque sabía que me lo cruzaría, pensé que quizás podría evitar encontrármelo.
Tonto de mí.
―¿Me estás evitando? ―pregunta serio.
―No quiero hablar contigo ―Observo a un costado y agarra mi barbilla para que lo mire, ya que se acerca a mi rostro.
―¿Ocultas algo?
¿Es en serio?
―¿Disculpa? ―Le pego en la mano apartándome, estando indignado ―Tú eres el que me guarda cosas, pero según tu lógica no puedo pedirte explicaciones, ¿pero sabes qué? No me importa, ya nada de ti me interesa ―Lo empujo para seguir caminando pero me detiene agarrándome del brazo.
―No te enojes.
―Suéltame o me verás enfadado de verdad ―amenazo.
―¿Vas a arruinar todo lo que hay entre nosotros por un estúpido berrinche? Deja los caprichos y compórtate como un adulto.
―Cariño, estás equivocado, el que se comporta como un niño eres tú, no hay nada entre nosotros, ni siquiera lo dejaste empezar con tus estúpidos celos, y me tienes harto, cansado, ya no te soporto. Soy una persona alegre, pero contigo se me va todo el humor ―le aclaro lo que he querido decirle durante todo este tiempo, pero que la verdad no tenía ganas de meterme en todo ese lío ―. Ahora te lo voy a pedir por última vez, suéltame ―Miro su mano en mi brazo que se aprieta más.
Me dejara marca.
―Edgard ―dice en tono bajo, me empuja contra la pared y presiona su cuerpo contra el mío ―no puedes hacerme esto.
―¿Hacerte qué? Tú eres el que está haciendo un papelón delante de toda esta gente ―refiriéndome al establecimiento en donde estamos, aunque a nadie le interesa nuestra pequeña discusión, ni mucho menos van a interferir.
Nadie se interesa por nadie, todos se miran su propio culo, como los egoístas que son. Aunque eso no me preocupa, mi dilema actual es sacarme a este grandulón de encima. Es un problema cuando se te ponen en modo acosador y no los puedes evitar.
Sigue sosteniéndome con fuerza y se acerca a mi rostro, apoyando su brazo arriba de mi cabeza.
―Dime la verdad ¿Hay otro? ―Frunce el ceño ―. Te juro que si hay otro lo asesino, lo hare ahogarse en su propia sangre ―expresa con sus altos celos, completamente lleno de odio.
―No hay nadie, tú arruinaste lo poco que había entre nosotros con esas actitudes celopatas, y si hubiera igual no te lo diría, tengo múltiples posibles pretendientes que me pueden gustar y aportar mejores cosas que tú, Russell ―Sonrío jactándome de lo último.
―Deja de fantasear enano, nadie te puede atender mejor que yo ―Me agarra la cara con fuerza y me besa, a lo que yo lo muerdo ―¡Ag! ―se queja ―¡¿Estás loco?!
―Te olvidas que hablas con un Rockefelle ―Me relamo los labios.
Se ríe.
―No, para nada.
―Ahora suéltame ―Frunzo el ceño.
―No hasta que me des una oportunidad.
Bajo la vista. No me gusta discutir, pero no va a dejar de hacerlo hasta que no ceda. Por eso no quería encontrármelo, lo conozco bien, es un denso. No parara de insistir a menos que se aburra, aunque lo veo poco probable, está demasiado enganchado conmigo. Vuelvo a mirarlo y bufo.
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Perversa Oscuridad: Conquista [#5]
Acción"El cielo es el infierno" Por: Viviana Valeria V.