Llevaban dos días peinando las calles de los suburbios de New York en busca de un Golden Retriever y de Mike. La idea era simple: el perro no tenía "superpoderes", no era tan fácil que se les escapara. Pero había vuelto a empezar a llover y, ante la falta de resultados, sus ánimos decayeron.
- Señor, esto no está dando resultado. - dijo Arthur - Tiene usted razón en que será más fácil encontrar a Mike si buscamos al perro que lo acompaña, pero este no es el método.
- Es verdad, estamos buscando una aguja en un pajar. - contestó Charles.
Paró el coche en medio de la calle. Total, a nadie de aquellos barrios le importaría.
- Demasiados perros abandonados y demasiados lugares para esconderse en esta ciudad. - reflexionó el inspector - Ha sido absurdo pensar que lo encontraríamos por aquí, escondido. No es un maleante cualquiera.
- ¿Qué haremos ahora, inspector?
El inspector estaba cansado. El día anterior se habían pateado media ciudad buscando a Mike, y aunque hoy habían cogido el coche, la búsqueda era igual de agotadora. Echó un vistazo a su reloj.
- Es tarde, lo dejaremos por hoy.
Charles arrancó de nuevo el coche. Después de varios minutos de trayecto, al ver que el inspector cambiaba de dirección y no se dirigía a la comisaría, Arthur preguntó a donde iban.
- A mi casa.
- ¿Entonces le parece bien que vaya a cenar con su familia? - preguntó sonriente.
- No, pero no voy a permitir que tires el trabajo de Rhonda a la basura. Tengo entendido que estaba haciendo sus mejores platos.
- ¿Para mí? - preguntó extrañado pero todavía sonriente - Eso no es necesario, me conformo con cualquier cosa.
- Eso le dije yo, pero es una mujer tozuda.
La casa estaba en las afueras de la ciudad. Cuando llegaron, Charles aparcó su coche en el garaje, guió a Arthur hasta la entrada y abrió la puerta.
- Y esta es mi casa. - dijo.
Arthur la examinó de arriba a abajo y, aunque no lo dijo, debió de gustarle porque sonrió. No era gran cosa y desde luego no tenía muchas de las nuevas tecnologías, pero era acogedora y realmente daba una sensación de hogar, en el mejor de los sentidos de la palabra. Scarlett y Rhonda fueron a saludarlo (a Arthur, a Charles no le hicieron ni caso).
- ¡Pasa, pasa! ¡No te quedes en la puerta con lo que llueve! - dijo Rhonda - La cena estará lista en un santiamén.
- Permítame ayudar, no quisiera causar más molestias de las que ya he causado. - dijo el chico.
- No, para nada, tú siéntate por ahí con mi marido y hablad de vuestras cosas.
La verdad es que probablemente aquello fuera lo que menos le apeteciera a cualquiera de los dos.
- Insisto.
Finalmente, Rhonda accedió a que colaborase en la cocina mientras Scarlett ponía la mesa. Charles estaba muy cansado y aquel era uno de esos días en los que tanto le dolía la espalda por el mal tiempo, así que fue a sentarse al sofá.
- Hola. - saludó Rachel al entrar alegremente por la puerta.
- Hola. - respondió su padre desde el sofá - ¿Tú por aquí?
Rachel fue junto a su padre y se sentó en el brazo del sofá.
- Os echaba de menos. - bromeó.
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Metallic Killer
Ciencia FicciónTodo el mundo imaginaba que la Dr. Reed había muerto de sobredosis. Era una mujer mayor con muchas adicciones: aquella era la opción más probable. Todo el mundo lo imaginaba... Hasta que la autopsia desveló que había muerto estrangulada. Inmediatame...