Capítulo 2: La segunda víctima

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Le gustara o no, Grant tuvo que conformarse con presentar una queja ante el alcalde y los juzgados de New York. Él sabía que nadie lo escucharía porque NY R&D ya se habría ocupado de untar al gobierno para que cerrase el pico. Ni siquiera informaron del asesinato en los medios de comunicación.

- Hola, Papá. - lo saludó tan cariñosa como siempre su hija pequeña, Scarlett.

- Hola, cielito.

Grant se obligó a sonreír. Scarlett tenía quince años, pero siempre seguiría siendo su niñita pequeña.

- ¿Qué es eso que huele tan bien?

- Mamá está haciendo bizcocho. - contestó sonriente.

Grant le indicó a su hija que lo siguiera con señas, abrió con cuidado la puerta y en cuclillas caminó hasta donde su mujer estaba cocinando mientras su hija intentaba contener la risa. Luego la asustó pellizcándole la pierna.

- ¡Ahrg! ¡Charles! ¡No tienes cinco años! - rio su mujer.

- Venga, Rhonda, sólo era una bromita...

Ella le dio un beso en la mejilla y siguió cocinando. Scarlett se fue a la ducha.

- ¿Un buen día en el trabajo?

- Ni de lejos. Siguen sin dejarnos empezar la investigación. ¡Hace una semana de la muerte de esa mujer y nada! Ya podemos irnos olvidando, no nos dejarán intervenir.

- Bueno, siempre habrá otros casos.

Había algo que llevaba preocupando a Grant bastante tiempo pero que no se atrevía a confesar a su mujer. Estaba cansado, ya no le satisfacía su trabajo. Los tiempos habían cambiado, y ahora casi todo lo podía solucionar la tecnología; tecnología de la cual él estaba desenganchado. Se sentía prescindible y aquello le producía horribles pesadillas. Necesitaba un caso urgentemente, uno que le devolviera la confianza en sí mismo y en su valía.

- ¿Qué tal tu día?

- Sigo sin encontrar trabajo. - suspiró - ¿Por qué diablos me haría enfermera, Charles?

- Es esta sociedad. Esta maldita sociedad que...

- Papá, no empieces...

Rachel, su hija mayor, acababa de llegar.

- Um... Huele de miedo.

- Pues ya está listo. Llama a tu hermana y dile que termine de una vez y baje a cenar.

Entonces sonó su móvil (uno de los pocos dispositivos que había en la casa) y cogió la llamada. La pantalla se proyectó y Alison apareció en ella:

- Señor, tenemos un problema... Otro caso como el de la Dr. Reed. Mismo modus operandi y otra científica del equipo: la doctora Helen.

- ¿Qué más nos da? No nos dejan intervenir.

- Eso ha cambiado, inspector. - informó sonriente - Ante la gravedad de los crímenes y el miedo a otro caso en nuestro distrito, los superiores nos piden que volvamos a tomar las riendas del asunto. Dicen que necesitan de su experiencia. - Grant se sintió alagado - ¡¿No es fantástico, señor?! Bueno, ya sabe que hablo de volver al caso, no a la muerte de la Dr. Helen, obviamente. - se rio.

- Sí, Alison. - tuvo que ceder ante la emoción de la joven.

- Calle Ulion, edificio 78, piso 40.

- Estaré allí enseguida.

Apagó su teléfono y cogió de nuevo el paraguas.

- ¿Te vas? - preguntó Rhonda.

- Sí, no me esperéis para cenar.

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