Capítulo 21: La satisfacción de ser odiado

32 9 6
                                    

El inspector condujo hasta NY R&D aquel mismo día. Era de noche y los trabajadores ya se habían ido a casa, pero tenía que hablar con la directora de la fábrica. No tuvo que esperar mucho en la puerta, enseguida Cooper lo dejó pasar y lo condujo hasta su despacho, que estaba casi a oscuras por culpa de un nuevo apagón. Cooper encendió un cigarrillo y le ofreció otro al inspector, que negó con la cabeza. Luego se sentó sobre la mesa e invitó al inspector a sentarse en uno de sus sillones, pero él tampoco quiso.

- ¿Fumar no es cosa del pasado? - bromeó el inspector recordando las burlas de Cooper sobre su preferencia por lo tradicional.

- Puede, pero me ayuda a soportar el estrés de dirigir todo esto. - contestó, refiriéndose a su empresa. - No es fácil, usted lo sabrá mejor que nadie.

Charles asintió. Tampoco era sencillo llevar la comisaría. No podría contar la de veces que se quedó hasta tarde en la oficina, las urgencias a las que tuvo que acudir o cuantas funciones escolares de sus hijas se había perdido, así como cumpleaños y fiestas familiares. Rhonda siempre se esforzaba por sonreír y no complicarle más las cosas, aunque no podía negar que odiaba que cada dos por tres Charles tuviera que ausentarse. Sus hijas cuando eran pequeñas siempre protestaban y hacían lo imposible por impedir que se fuera, ahora ya estaban acostumbradas y no les importaba. Charles era en parte un padre ausente, no porque él quisiera, sino porque las horas extras formaban parte de su trabajo.

La mujer soltó una nube de humo.

- ¿Cómo sabía que estaría aquí, Inspector? A estas horas la fábrica suele estar vacía.

- Tuve una corazonada.

- Es triste no tener una familia con la que cenar tras volver del trabajo. Ni marido, ni hijos, ni hermanos... Sola. Cambié todo eso por la fábrica, que ahora se me antoja como un capricho infantil y egocéntrico fruto de mi excesiva ambición. - dio otra calada - Le envidio, Inspector. En el futuro habrá alguien que llore su muerte. ¿La mía? ¡Ja! Tendré suerte si no bailan sobre mi tumba. - otra calada más - Pero no creo que haya venido a escuchar mis lamentos, ¿verdad?

- Quería hacerle unas preguntas. Sobre la doctora Reed, sobre las técnicas utilizadas para educar a los robots, sobre...

Charles dejó de hablar cuando vio que Cooper se había empezado a reír en silencio.

- Ay, Inspector, ¿para qué ha venido si sabe que no le voy a contestar a nada? Creo que es muy capaz de imaginarse por usted mismo lo que ocurría aquí dentro. Y me imagino que Arthur le habrá ayudado a descubrirlo. Si no, no estaría aquí.

El inspector se sentó finalmente.

- Entonces he venido aquí a perder el tiempo.

- No del todo. Creo que lo de las preguntas solo era una excusa.

- Me he perdido.

- Pienso que está aquí porque quería hablar con alguien que lo comprendiera. Los dos estamos muertos por dentro, Charles. ¿Puedo llamarte así? - el inspector asintió - Tienes una familia, pero te sientes igual de solo que yo. Podrías ser tú perfectamente el que estuviera sentado sobre una mesa, fumando un cigarrillo en la soledad nocturna y silenciosa de una fábrica.

Charles medio sonrió.

- También es cierto. - dijo.

- ¿Bebes?

Charles asintió y Cooper sirvió whisky para los dos.

- Esto es lo que no ve la gente tras mi fortuna. Si lo vieran, quizás les provocaría lástima en vez de odio. Aunque la verdad es que prefiero el odio a la compasión. ¿No lo ves así tú también?

Metallic KillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora