"Cómo vuelvo al pasado"

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Capítulo 23


-Un paso más...venga, ya lo tienes... ¡vamos!

- ¡Joderrrr!

-Venga... uno más y... ¡Lo tienes! ¡Sííí! ¡Esa es mi primita!

-Dios Deya ni que fuera un bebé -dije entre dientes borde.

-En cierta manera lo eres -dijo poniéndose frente a mí.

-Qué capulla -dije soltando una risa. -Anda, trae la silla. Me tiemblan los brazos -

-Seguro que con tu amada Elettra no eres así de borde. Estoy convencida de que le hablas como un corderito, os miráis intensamente y al final acabáis retozando en la colchoneta -dijo colocando la silla delante mía.

-Ufff -dije tras sentarme en ella-. Mejor no hablemos de ella.

- ¿Por qué?

-Porque no Deya, no me apetece -dije acomodando las piernas en el reposapiés y cogiendo los aros propulsores de las ruedas-. ¿Vamos?

-No, no. Espera un segundo. ¿Por qué no quieres hablar de Elettra? -preguntó pero no respondí-. ¿Ha pasado algo?

-Sí, pero no quiero hablar de ello -dije avanzando hacia la salida.

-Vale, lo entiendo pero... ¿es grave? Porque ni ayer ni hoy ha venido contigo a la terapia y eso no es normal -dijo frunciendo el ceño-. Desde que empezaste el tratamiento no ha faltado ni un día.

-Ya bueno...tenía cosas que hacer -dije suspirando.

- ¿Más importantes que venir contigo aquí? Lo dudo -dijo colocándose delante de mí-. Va, dime qué ha pasado.

Por un momento, pensé en seguir dándole largas a Deya pero sabía que aquello no iba funcionar. No dejaría de insistir por mucho que le dijera que no quería hablar del tema. Era un poco toca ovarios cuando se lo proponía.

-Intenté besarla y me rechazó. Eso ha pasado -dije bajando la mirada.

- ¿Qué? ¿Pero cómo?

- ¿Pues cómo va a ser? Haciéndome la cobra del siglo.




Hace dos días...

-Una más Alex.

-No puedo Ely.

- ¿Cómo qué no? Claro que puedes.

-De verdad que n-

-El no, no está en nuestro vocabulario.

-Lo acabas de decir -dije picándola.

-Eres idiota -rió y me lanzó la toalla que tenía entre sus manos.

-Un poco.

-Venga y esta vez sin barandillas.

- ¿Cómo sin barandillas? ¿Y dónde me agarro entonces?

-A mí.

Tragué saliva fuertemente y la seguí con la mirada, hipnotizada en cada ligero movimiento que hacía. Cogió la silla de ruedas y me la acercó, ayudándome a sentarme en ella.

- ¿Lista? -preguntó delante de la fina colchoneta de espuma.

- ¿Aquí?

-Claro venga, arriba -cogió mis manos pero no me levanté. Me permití posar la mirada y disfrutar del suave agarre al que me tenía sujeta la italiana. Sin embargo, cuando se dio cuenta de lo que sucedía, carraspeó, doblegando a mis ojos a mirar hacia otro lado. Pero no desistí -ya lo había hecho lo suficiente durante aquel mes de terapia-. Clavé mis orbes azuladas en las suyas y sin mediar palabra, me alcé. Nos quedamos tan cerca que pude saborear su perfume, rozar su aliento y escuchar el latido de su corazón.

A fuego lento - Blumettra (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora