Capítulo 3
-¡Elettra! ¡Aquí por favor! ¡Sonríe! -dijo el noveno fotógrafo pesado que me apuntaba con el objetivo de su cámara. -¡Un poco más por favor!
«¿Cómo que un poco más? Santa María Benedetta como te atrevas a decírmelo otra vez te arranco la cámara y te la tiro a la cabeza». Ladeé la cabeza, sonreí de la forma más plástica y falsa posible y volví a mi rutinaria seriedad impasible. Pasé la alfombra roja sin detenerme a ninguna súplica fotográfica más y me adentré en el lugar donde, en pocos minutos, iba a comenzar aquella dichosa presentación. Un chico del staff de la organización me indicó mi asiento y me apresuré hacia él. «Aiuto, qué dolor de pies por favor», dije quitándome aquellos tacones negros que machacaban mis preciosos pies. Suspiré, viendo entrar al resto de los invitados y escuchando la melodía ruidosa que provocaban sus voces mientras buscaban acomodo.
Sinceramente, los odiaba. Los odiaba con todas mis fuerzas.
No a la gente en general -aunque a veces un poco sí- si no a aquellos eventos a los que debía asistir solo por mi apellido. Me ponía enferma. No tenían nada que ver con quién era yo en realidad ni con lo que hacía en mi día a día. Pero era una Lamborghini y eso conllevaba muchas cosas. La primera de ellas, sonreír aunque estuvieras muriéndote por dentro. La segunda, asistir a todas las presentaciones de la marca Lamborghini, fuera el producto que fuera. En aquella ocasión, tocaba dar a conocer al mundo el nuevo vehículo de la empresa, el Lambo Z193, un coche híbrido que reducía al mínimo sus emisiones de CO2. Todo un acontecimiento que atraía a todos los medios del mundo y al que yo, Elettra Miura Lamborghini, no podía faltar.
A ver, no me malinterpretéis, estaba muy orgullosa de mi familia y la amaba con locura. Ser una Lamborghini era un regalo por el que daba gracias a Dios pero asistir a aquellas presentaciones tan poco divertidas, era un un auténtico aburrimiento.
-Elettra, per favore, mettiti le scarpe. Non è appropriato -me dijo mi hermano señalando mis pies tras sentarse a mi lado.
-Ugh, Ferruccio, no me chingues -dije colocándome de nuevo las trituradoras de pies.
-Non tu chingo, è educazione. Inoltre, questo comincia già -dijo irguiéndose al mismo tiempo que las luces se apagaban.
Los focos alumbraron el centro de aquel escenario donde, mi padre, Tonino Lamborghini dio comienzo al espectáculo.
Si me preguntáis qué sucedió en las tres horas que duró la presentación -¿o fue una hora?-, no sabría qué responderos. A pesar de que mis ojos no se cerraron -gracias a un esfuerzo sobrehumano- no me enteré de nada de lo que había pasado allí. Ni siquiera noté cuando mi hermano abandonó su asiento para acompañar a mi padre y a los ingenieros que habían fabricado el coche. Menos mal que no tenía que intervenir en ningún momento si no, hubiera hecho el ridículo del siglo. Y yo nunca hacía el ridículo.
Una vez terminó la exhibición, pasamos a un salón contiguo donde se había preparado un pequeño cóctel. Miré mi reloj y suspiré. «Vamos Eli, solo media hora y serás libre baby».
Caminé por el salón en busca de una mesa vacía donde poder sentarme a ver pasar los minutos sin que nadie me molestara. Encontré una al fondo del salón y no dudé en abalanzarme hacia ella. Dejé mi bolso sobre la mesa y me senté en el taburete que la acompañaba. No había pasado ni un minuto cuando un chico, con dos copas se acercó hasta a mi.
-Hola, ¿tú eres Elettra, no? La hija de Tonino... -dijo y yo fruncí el ceño. ¿Quién era aquel papanatas?
-Eh sí... -dije desconfiada.
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A fuego lento - Blumettra (AU)
Fiksi PenggemarDaniela Blume entra a trabajar como ayudante de cocina en "Casa di Mamma Luisa", un pequeño y acogedor restaurante del centro de Milán, cuya dueña y chef principal no es otra que Elettra Lamborghini. Conforme ambas mujeres pasan tiempo en la cocina...